Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Telesures

LA Nuestra conmemora hoy con contención y malabarismo presupuestario el 30º aniversario del referéndum que abrió la puerta, un tanto a trompicones, a la autonomía andaluza. Andalucía quería mirar a los ojos al País Vasco y a Cataluña, en una apresurada carrera hacia la descentralización que en algunos ámbitos puede ahora considerarse prescindible, como la existencia de los propios canales autonómicos. Debió ser RTVE la que se hubiera encargado de los terceros canales regionales y en eso nos habríamos ahorrado todos un pico. Y claro, Garaicoetxea, Jordi Pujol y el resto de pujoles se hubiera quedado sin juguetes catódicos. Martín Villa, el actual consejero de Sogecable, ahí está el tío, era el ministro de Interior encargado de convencernos de que no lo tomáramos aquello tan a la ligera. La tesis del entorno de Suárez lo que hizo fue tender un puente de platino al PSOE.

Hace 30 años sólo había canal y medio, aún de tonos azulados, y la consulta se cubrió con todas las precariedades del mundo por el centro territorial andaluz de TVE, aquel chalet en la sevillana avenida de la Palmera, con unos medios dignos de una cadena del Camerún, y con los que cada día se lanzaba al aire el milagroso Telesur con montajes en Super 8.

En 1980 el doblador Rafael de Penagos hacía doblete. Por un lado daba vida a un cercano Cervantes en los dibujos animados de Don Quijote y por otro le daba el punto de sazón exacto al señor Roper, lord de los cutres. Esos cambios de registro resumen la categoría profesional de una de las pronunciaciones más cristalinas que pudieron escuchar los espectadores. Cuando repongan en Canal Sur 2, por ejemplo, Dartacán, aprieten el oído con el cardenal Richelieu. El renacentista Penagos, fallecido el jueves, impregnaba de arte todo lo que tocaba con su voz.

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