SERÍA demasiado doloroso que los que aún vamos al cine tuviéramos que coger el coche para plantarnos en el quinto pino. Privar al centro de tres de las salas que aún quedan, que son Cervantes, Alameda y Avenida, sería un golpe bajo a la vida del corazón de la ciudad y bien haría el Ayuntamiento en encontrar la fórmula que neutralice los efectos de la nueva recalificación urbanística. Según parece, el Cervantes es el único de los tres que no es rentable y de eso puede dar fe cualquiera de los que vamos entre semana y nos encontramos en la sala con el acompañamiento de tres o cuatro personas. Un cine no es una ONG sin ánimo de lucro y conviene ponerse en la piel del empresario que vería mejor un cambio a uso más rentable. Dicho lo cual sigo sosteniendo que sería un golpe bajo para el meollo de la ciudad privarla de la posibilidad de tener cine a mano.
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