Eduardo Florido

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Los Terceros, un íntimo regocijo

Andando por la calle Sol se topa uno con una maravilla de este tiempo de recuperaciones

Desayunando en San Marcos. El sol refulge sobre la encantadora placita de Santa Isabel, el cielo azul se intensifica recortando la esbelta torre de ladrillo mudéjar y no hay forma de resistirse a sentir que no hay otra primavera como ésta. Una señora joven, de elegante porte y acento extranjero, muestra sus cuitas a dos señores, uno maduro y otro mayor, sobre qué será de este particularísimo entorno. "A ver cómo nos van a ir metiendo el turismo", dice la vecina de la calle Sol. "El Uno de San Román cerró y veremos qué ponen ahí", añade antes de despedirse de sus interlocutores, temerosa de otra impersonal franquicia junto al milagro de Artesanía Rodríguez y el taller de bicicletas de Johnny Scarlata, polos yuxtapuestos del barrio.

Ante esa conversación robada uno recuerda de nuevo a Joaquín Romero Murube en Los cielos que perdimos. "¡Sevilla se os va!", advertía en 1964 el que fuera conservador de los Alcázares. Cuánto le debe su fama de hogaño. Pero andando por la calle Sol se topa uno con una maravilla de este tiempo de recuperaciones, con las que se equilibra el entreguismo al turismo al por mayor, las franquicias y la despersonalización. Los Terceros ha reabierto, con su íntima grandeza.

Tras la apertura de San Luis en 2017, excelente restauración de la Diputación, y la de Santa Catalina en 2018, con la implicación del Arzobispado junto al Ayuntamiento, la Junta, el Ministerio de Cultura, la Caixa y la Cofradía de Los Caballos, la primavera de 2019 llegó con la reapertura de Los Terceros.

Para sufragar la obra, no definitiva, pues queda la restauración de retablos y otros bienes muebles, ha sido necesaria la colaboración de lo público y lo privado. Emasesa aportó 190.000 euros; el Arzobispado, 250.000; y el resto hasta 1,2 millones de euros ha sido sufragado por la Cofradía de la Cena gracias un importante crédito y a donaciones privadas, explica Álvaro Enríquez. Entre éstas, los 200.000 euros del mecenas Roberto Domínguez, directivo de la Asociación de Bancos Argentinos, un enamorado de Sevilla que ya sufragó la restauración de la Capilla de Jesús, la de la Veracruz. Lo eclesial, lo público y lo privado. Una simbiosis ejemplar, cumbre del mandato de Joaquín Tarín como hermano mayor de la Cena.

Los Terceros ha abierto a lo grande, de martes a sábado (de 11:00 a 13:30 y de 18:30 a 21:00) y los domingos para la misa de precepto. Y por las mañanas Jesús Gabardón, su capiller, ejerce de guía con vocación pedagógica. Cofrade de la Cena, siente como suya esta iglesia que ha recuperado la hermosa capilla de la Encarnación, cerrada desde el derrumbe de su bóveda durante una boda ante el grandioso retablo, con sus columnas salomónicas, de Francisco Dionisio de Ribas. Aquello fue en 1979, recuerda Juan Carlos Esteban, y los testigos salieron empolvados del susto.

Sevilla no puede darle la espalda a este templo, íntimo museo, con sus grandes puertas abiertas de par en par, para lo cultual y lo cultural. Y para el turismo, venga, vale.

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