NO se han cumplido exactamente los pronósticos. Podemos sube de forma imparable pero no ha habido sorpasso al PSOE. De momento. Los maledicentes arremeterán contra la cocina del CIS, pero cualquiera que hable con un profesional de la demoscopia, la sociología y las fórmulas de interpretar las encuestas y el llamado voto directo encontrará que por encima de ideologías, filias y fobias, la casi totalidad de esos profesionales admiten que el CIS funciona, y que independientemente de que los gobiernos nombran a sus directores, el equipo se mantiene a lo largo de los años y no se deja engatusar por lo que conviene al gobierno de turno.

Su torpedo al PP ha llegado en el peor momento, con la credibilidad de los populares bajo mínimos. Sabía además el CIS que iba a ser verdaderamente letal contra Rajoy y su gente, porque las encuestas fueron realizadas los días que se descubrieron los trapicheos de las tarjetas negras, y cuando se supo que la auxiliar Teresa Romero se había contagiado de ébola. Luego se enderezó la imagen de la sanidad española por el buen hacer de médicos y personal del Carlos III, pero en esas fechas todo lo relacionado con el ébola era demoledor para el Gobierno.

Rajoy y Sánchez ya pueden espabilar si pretenden parar los pies a un Pablo Iglesias que encandila a quienes no tienen el menor interés en analizar qué propone y cuáles serían las consecuencias de que gobernara; le apoyan quienes están deseando dar al PP hasta en el carnet de identidad, y piensan que con Podemos acaban con los casos de corrupción que afectan al PP y al PSOE. Se comprende el cabreo generalizado, pero que ahora se produzca un apoyo masivo a Podemos no significa que a la hora de la verdad ese apoyo se vaya a repetir cuando haya que elegir al próximo presidente. O eso al menos creen, creemos, los que deseamos un poco de sensatez para este país plagado de problemas, que desde luego no solucionan, sino que agravan, personajes como los que hoy mandan en Podemos. Picos de oro, eso sí. Pero España necesita políticos con cabeza, criterio, sentido de Estado y programas sólidos, del signo que sean, no demagogos.

Rajoy y Sánchez deben hacer un esfuerzo superlativo para que cambie la tendencia que hoy marca el CIS. Pero también deben hacer un esfuerzo superlativo los partidos menores que han demostrado que admiten las reglas del juego democrático y que defienden lo que es mejor para España, aunque lo hagan desde distintas perspectivas y puntos de vista. UPyD o Ciudadanos, por ejemplo.