Las dos orillas

josé Joaquín / león

Tiempo de ideas confusas

EL populismo demagógico ha estado en la antesala de todos los fascismos (de derecha y de izquierda). Esto conviene no olvidarlo a la hora de jugar con fuego, como está ocurriendo. Con el populismo (que es equívoco en los mensajes y falso en el fondo) siempre llega una frustración mayor que la que se quería corregir. Tenemos ejemplos como Lenin o Hitler, sin olvidar a los nuestros que desembocaron en 40 años de franquismo a su manera. La solución para garantizar las libertades y la justicia siempre estuvo en blindar la democracia, en los grandes acuerdos, pero sin dejarse llevar por los cantos de sirenas, donde llega una música que se queda en ecos de la nada.

Estamos en un tiempo de ideas confusas, por no decir sin ideas. Estamos en el reinado de las apariencias. Se nota, por ejemplo, en el vestuario de los políticos. No es sólo Pablo Iglesias con su coleta, que le da aires de artista de vanguardia. Ha llegado Pedro Sánchez en plan hombre blanco de colón, que es la nueva apariencia, ajena a las viejas chaquetas de pana de Felipe y Alfonso en otros tiempos, esas que ellos mismos guardaron y complementaron con las corbatas. Hoy una chaqueta de pana nos parece francamente casposa, como antes una camisa blanca parecía un uniforme de camarero; y hoy una corbata apenas se la pone el maître en los pocos restaurantes que quedan sin reconvertirse en gastrobares. El día en que una Reina de España apareció en la calle con unos pantalones vaqueros rotos, como si fuera una it girl que sale de paseo, o una muchacha de barriada, ha marcado una época.

Sólo nos fijamos en el envoltorio, no en el contenido. Desde que medio funcionó lo de Podemos, se ha entrado en una apoteosis de lo abstracto, y se sugiere más que se afirma. Pues no es lo mismo decir Ganemos que Partido Comunista Marxista Leninista de los Pueblos Ibéricos u otros así. A ganar se apunta cualquiera y a poder todo el que pueda, pero cuando se están concretando ideas y proyectos es distinto. Ante esta situación, no ayuda nada que la demagogia se extienda a conceptos como las tarjetas B de Caja Madrid. Las cantidades birladas son una minucia si se comparan con otros casos corruptos, pero el efecto es canallesco, pues se entiende perfectamente lo que hacían, sin disimulos.

No hay salvadores ni profetas. O se acuerda un pacto de regeneración de verdad, o pasará lo mismo de otras veces, aunque con diferentes protagonistas.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios