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Cambio de sentido

Tocar las razones

Para mirar al futuro es preciso que el pasado quede dignificado, con respeto a lo vivido y a quienes lo vivieron

Anatema! Hay asuntos de nuestra vida política y social que, en cuanto se sacan, se corta la mayonesa. Salvo entre gentes de exquisita conversación, mentar la bicha acarrea etiquetas raquíticas, encastillamientos, ataques personales, marcamiento de paquete ideológico y -lo más aburrido- razones comodín, manoseadas como una sota en un casino, que se esputan y denotan flaccidez de mente y corazón. Ante estas posturas, vengan de donde vengan, ¿a qué gastar saliva? Hablar no siempre sirve para converger, pero sí debiera servir para tratar de entendernos. Lo demás es papel mojado, diálogo de sordos, barbarie.

La memoria y la reconciliación es uno de esos temas top del contraargumento ramplón. El más fácil y rápido -sirve también para ridiculizar la lucha contra la violencia machista, el fomento de la cultura o la labor de Cáritas, lo mismo da- consiste en gritar "¡subvencionados!", y ya. Me fascina ese de "hay cosas más urgentes que hacer", dejando para nunca delicadas, importantes y sanadoras carreras de fondo. Más: "Los otros también hicieron barbaridades. Monjas asesinadas. Paracuellos. O antes, Casas Viejas". Por supuesto, clamen y tengan memoria viva y reparación. En este país, aquéllos no están enterrados con honores sobre las calaveras de todos sus muertos, ni a los pies de la Virgen a la que rezan por igual desposeídos y potentados, a quienes su imagen a buen seguro inspira valores del humanismo cristiano, tan alejados de un criminal como Queipo de Llano. Otro: "¿Y tú qué sabes?" (falacia ad hominem), como si acaso una no tuviera libros, ni los adecuados, ni el criterio al día. Otra: "Esto es marketing político". Lo he dicho otras veces, con palabras de Antonio Machado: seriedad y rigor. De nada valdría el paripé ante quien "si por milagro levantara la cabeza para decirnos: 'Yo me llamo Pérez', tendríamos que enterrarle otra vez gritándole: 'Torna la huesa, ¡oh Pérez infeliz, porque nada de esto va contigo". Ofende a las víctimas todas -a las de Franco y las de ETA, aquí y en Colombia…- quien use sus nombres en vano.

Pero la mayor falsía consiste en afirmar que esto es cosa del pasado. Es puro presente y futura convivencia. Lo que nuestros mayores no pudieron resolver en paz y sin miedo continuará operando como algo enquistado. Para mirar al futuro con amplitud es preciso que el pasado quede como pasado, dignificado y con respeto a lo que fue vivido y hacia quienes lo vivieron. (Receta también válida para el amor). Y a vivir.

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