CUANDO algo de la trascendencia de lo ocurrido el lunes te coge contraquerencia, las cosas se te agrandan de forma desmesurada y todo se ennegrece para verlo desde el pesimismo menos lógico. Y te pones a darle vueltas al caletre y a imaginar lo peor, eso que siendo malo de por sí no tiene por qué soliviantarte de forma tan drástica. Pero toda moneda tiene su cara y ésta es que nos libramos de escuchar las tonterías que fueron fluyendo desde el minuto uno en esa suerte de tertulias mediáticas en las que todos son gurús que saben de todo. Tocaba abdicación regia y ahí que pontificaba el currito más a mano y con una autoridad que movía al cachondeo más cachondeable. De todo eso nos libramos gracias a la distancia y a que casi todo el cuerpo central de las estupideces lo pasamos entre que la distancia es el olvido y el avión; de qué cruz nos libramos, Señor.
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