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Todas somos presidentas

EL discurso de investidura de la presidenta de la Junta de Andalucía dedica sus primeras palabras a todas las mujeres que han sido o se han sentido discriminadas por el mero hecho de ser mujeres. "Durante siglos, dice, y hasta fechas recientes, en Andalucía, en España y en tantos otros lugares de todo el mundo las mujeres hemos ocupado un lugar secundario, muchas veces olvidado o simplemente invisible en la política y en otros muchos ámbitos de decisión"; "la discriminación entre hombres y mujeres ha sido una auténtica segregación política por razón de género", frase rotunda, que cierra con esta otra: "la violencia de género es un fenómeno brutal que hunde sus raíces en una cultura machista".

Cuando la oía, yo, que empecé en política hace más de 40 años, cuando las mujeres éramos consideradas menores de edad, volví a ser consciente de la intensidad del cambio que se va a producir, recordando a las muchas generaciones de mujeres que no pudieron tener vida propia o a cuantas peleamos por hacer real esa igualdad que tanto cuesta. Que una mujer sea presidenta de la Junta es la culminación del sueño de muchas generaciones de mujeres que no termina aquí, pero que sí le da un impulso sustancial.

La cultura patriarcal, el machismo, está tan arraigado, que sale incluso inconscientemente; con todo lo que dicen tendría material para escribir un libro. Afirman que también hay mujeres con poder en la derecha, claro, y no saben cuánto me alegra que ocupen espacios de poder, sea cual sea su naturaleza o su ideología; no estaré de acuerdo, como no lo estoy tampoco con ellos, por ejemplo, con Gallardón, sin ir más lejos, pero lo justo es que la sociedad esté representada por hombres y mujeres, porque ésta así se compone y debe ser codirigida conjuntamente por ambos. Elemental afirmación que, sin embargo, es preciso recordar a pesar de las muchas veces que la repetimos.

De la presidenta Díaz se han dicho cosas de un machismo y de un clasismo preocupante, y no pararán, pero su toma de posesión fue la más masiva, en cantidad y calidad, de cuantas se han realizado y l@s asistentes no éramos sólo "los de siempre", había una parte del barrio sevillano de Triana, representado por su familia y sus amig@s que le dieron al acto un aire diferente, que, sin salirse del protocolo y con contención, transmitieron una alegría y espontaneidad que contagiaba. Eran much@s los que sintieron ese día que también eran presidentas.

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