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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Tolerancia 0,0

LAS casas ilegales de Alcaucín suman una superficie equivalente a 34 campos de fútbol, según contaban en este diario el lunes Esperanza Codina y Maite Cortés. Son 350.000 metros cuadrados mal contados; una superficie inabarcable a simple vista, en el último pueblo andaluz en el que se ha descubierto un caso de corrupción ligada al urbanismo. Esta vez toca alcalde socialista. Y se repite la consabida parafernalia: expulsan del partido al prócer local, que resulta ser albañil y flamenco, y los preclaros líderes dicen que aplican la conocida doctrina de la tolerancia cero con la corrupción. Falso.

Los alcaldes socialistas de la comarca malagueña de la Axarquía montaron un motín contra las medidas de regulación urbanística de la consejera Concha Gutiérrez y su equipo en la pasada legislatura. Los amotinados contaron con la inestimable comprensión del aparato del Partido Socialista en los locos años 2000, en un momento en el que parecía que el urbanismo era la panacea que iba a curar todos los males de la economía andaluza. La consejera era una talibana peligrosa según los amotinados y sus comprensivos dirigentes. Ahí es donde la tolerancia empieza a no ser cero. Esto es como la cerveza sin alcohol. La sin tenía normalmente 0,5, 0,2 o 0,1% de alcohol, hasta que San Miguel sacó la 0,0. La tolerancia contra la corrupción más bien habría que ponerla en el capítulo de las cervezas light; la de Cruzcampo tiene un 2,4% de alcohol, la mitad que una normal. Así sí.

Al aparato regional socialista no le pareció mal que Barrientos tuviera de lugarteniente en Estepona al mismo que lo había sido con el hijo de Jesús Gil. Eso es tolerancia light en el mejor de los casos. ¿Y saben por qué ocurre? Porque hay que presentar a los compañeros que sacan votos, hay que ganar alcaldías, conseguir el poder en las diputaciones, auténticas maquinarias de colocación y articulación de los partidos. Es evidente que lo del dinero debajo del colchón no se sabía. Pero las posturas conocidas en Alcaucín y otras localidades deberían hacer recapacitar a un partido que presume de la tolerancia cero.

Lo peor del asunto es que estos munícipes están equivocados. Piensan que la construcción va a garantizar el desarrollo de sus pueblos, pero dos catedráticos de Economía, Sánchez Maldonado de Málaga y Suárez Pandiello de Oviedo, han establecido en un trabajo reciente que el urbanismo genera el 32% de los ingresos municipales, pero supone un gasto equivalente al 36%: agua, calles, carreteras, alumbrado, basuras, bomberos, jardines, autobuses... La planificación urbana es imprescindible, aunque un alcalde consiga muchos votos dejando hacer a sus vecinos. Necesaria, aunque los aparatos dejen hacer a sus alcaldes. Pero ya que dejan, por lo menos cuando los pillan, deberían evitar decir lo de tolerancia cero. Por pudor, más que nada.

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