Dentro del programa con el que divulgar la Fiesta Nacional que ha diseñado la empresa que rige los destinos de la plaza de Sevilla, hoy se abren las puertas del primer templo a Tauro para todo el que quiera coger un capote o una muleta. La idea no puede ser más atractiva, pues no todos los días puede uno soñar la verónica al aire del Baratillo o gustarse con la pañosa en la izquierda para arrastrarla templada por el sagrado albero de la Maestranza. Ya se ha hecho en años anteriores y lo cierto es que da gusto ver cómo en ese bastidor donde tantas obras de arte se han realizado y tanta sangre derramado se arraciman personas de todas las edades para torear de salón. Estar ahí abajo, solo con uno mismo y con sus circunstancias, permite soñar imposibles y quién sabe si por ahí puede prenderse la llama de la afición y abrir un proselitismo ciertamente beneficioso.