Lastimera y monocorde, la banda sonora de esta noche en Pamplona será el pobre de mí que le da el pase de la firma a unos sanfermines que levantaron el nivel en su recta final. Iban mustios los festejos hasta que aparecieron las figuras con corridas como las de Victoriano del Río y Núñez del Cuvillo para la gran explosión de Cayetano Rivera Ordóñez. Hijo y nieto de dos toreros que fueron de los predilectos para el ruidoso público navarro recibió en plebiscito el nombramiento de heredero directo de Padilla en el corazón de una afición distinta a cuantas forman el circuito de Tauro. Así como a Pablo Aguado puede costarle entrar en el alma pamplonica, la irrupción de Cayetano ha sido tan inesperada como lógica. Y es que torear a toro y a público a la vez es algo que suele ser muy rentable a la hora de entrar en las preferencias de esos que hoy llorarán con el pobre de mí.
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