Las dos orillas

josé Joaquín / león /

La Torre Pelli como realidad

EN una visita realizada por el alcalde Zoido y el director territorial de Caixabank, Rafael Herrador, se ha anunciado que la Torre Pelli estará terminada en un plazo aproximado de dos semanas. Quiere decir, más o menos, que será un estreno para el próximo Domingo de Ramos, o antes si cumplieran estrictamente los plazos. Aunque se retrasen y no la terminen antes de la Feria, la Torre Pelli ya es una realidad. Guste o no guste, está ahí. Y eso es lo que hay.

Sería un craso error mirar para otro lado, con el fin de no verla. Significa que el tiempo de las lamentaciones no conducirá nada más que a la nostalgia. Pero en Sevilla suele pasar eso. Nos abruma una nostalgia permanente del pasado. Puede que como sentimiento, o como pose estética, sea legítima y aceptable. Pero así no se solucionan los problemas del presente, que obligan a abordar la realidad como es, y no como nos gustaría que hubiera sido. La Torre Pelli se va a terminar, pero todavía no se ha valorado lo que se nos viene encima.

Se ofertarán 35.000 metros cuadrados, que se incorporarán al mercado de las oficinas de Sevilla. Está por ver qué porcentaje de ocupación alcanza, cuántos puestos de trabajo se incorporan a esa zona y todo lo demás que implica. En un plazo de dos años (o puede que más) se incorporaría el Caixaforum, diseñado por Vázquez Consuegra, que incluirá un auditorio, dos salas de exposiciones, aulas, restaurante y tienda. Entre todo eso se originarán unas necesidades de movilidad y transporte que nada tienen que ver con lo actual.

La propuesta para tener un nuevo puente a la altura del pabellón de la Navegación parece más que lógica. En Sevilla se han construido nuevos puentes según se hacían imprescindibles. El último ejemplo lo tuvimos con la Expo 92. Aquí se sabe muy bien que los puentes se pueden convertir en ratoneras para el tráfico en determinados momentos. Por consiguiente, es una parida grande pensar que el aumento del tráfico se solventaría sólo con una potenciación del transporte público, como ha indicado la Junta de Andalucía, que no es partidaria de un nuevo puente. A la Torre Pelli ni siquiera llega el Metro, cuya ampliación depende de la Junta. Y los autobuses de Tussam no entrarán volando, sino por calles y puentes.

La Torre Pelli condicionará y cambiará la realidad de esa zona de Sevilla. Ya no se puede entender como un problema estético del skyline que perdimos.

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