Previsión El tiempo en Sevilla para este Viernes Santo

La ciudad y los días

Carlos Colón

Traditio hispalensis

LA cosa empezó así: un judío llamado Jesús Nazareno que vivió hace dos mil años se proclamó Mesías de Israel, y fue por ello crucificado en el aparente abandono del Dios que invocaba como Padre. Pasados tres días amargos sus seguidores lo vieron resucitado; ello les dio ánimo para rehacerse y, alentados por el Espíritu que se les dio cincuenta días después, predicarlo como "fuerza de Dios para que se salve todo el que cree, tanto si es judío como si no lo es", según Pablo escribió a los romanos.

Esa fuerza ha llegado hasta nosotros a través de lo que los teólogos llaman "traditio Christi" (la persona de Cristo), "traditio evangeli" (los textos), "traditio sacramentorum" (los sacramentos) y "traditio symboli" (la Iglesia transmisora del compendio de la fe). Tradición es la palabra clave. Contra lo que se suele creer no es un pasado muerto que oprime el presente negando todo cambio, sino transmisión de una generación a otra de lo que se considera valioso para vivir. No es imposición, sino oferta: viene del latín "tradere", que significa entregar. Para los cristianos es la transmisión de todo lo que la Iglesia es, todo lo que cree y todo lo que vive. En esta tradición cristiana se inserta nuestra Semana Santa como algo nacido de las entrañas de la ciudad y mantenido vivo en las entrañas de los sevillanos, en continua actualización, durante quinientos años; una "traditio hispalensis" que los padres entregan a sus hijos y las sagradas imágenes predican desde sus pasos.

Y ahora dejémonos de latines, que es Lunes Santo y mi Cautivo nace temprano a la calle. En el Tiro de Línea la tradición de la Iglesia se llama Antonio González Abato y la tradición de Sevilla tiene tantos nombres como los de quienes pusieron por primera vez esta cofradía en la calle hace 50 años, y los de los padres que transmitieron a sus hijos la devoción por este Señor que parece esculpido por la propia Sevilla, como si hubiera nacido ungido por una devoción de siglos. Alguien ha resumido así el cristianismo: "Dios ha compartido nuestro destino, a la vez que nos ofrecía el suyo, y nosotros respondemos con nuestro amor yendo hacia él".

La Iglesia predica esta fe en los templos, Sevilla la lleva a las calles y el Cautivo la expresa de forma tan conmovedora que sólo podemos responderle con nuestro amor yendo hacia él, con él, tras él, irresistiblemente atraídos por esa espalda que ningún poder podrá doblegar, por esa forma de mirar de frente, por esa majestad que no precisa atributos, por esa humanidad de un Dios que comparte por entero nuestro destino ofreciéndonos incondicionalmente el suyo.

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