La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Tríptico sevillano

La Virgen de los Reyes, el Gran Poder y la Esperanza Macarena son los tres pilares de la devoción popular sevillana

Casi todos los años, lo sé, escribo sobre sus ojos sabios. En ellos, y también en su sonrisa entre ática y gótica, como si en ella se unieran la Kore del Peplo de la Acrópolis y el Ángel de la Sonrisa de Reims, está la sabiduría de las Etimologías de San Isidoro, escritas seis siglos antes de su llegada a Sevilla, y de la Suma Teológica de su coetáneo Tomás de Aquino. Que Fernando III la trajera en 1248 es el símbolo más poderoso de la devolución de la ciudad a la cultura grecorromana y judeocristiana tras los siglos de invasión islámica. Lo que San Isidoro y Santo Tomás representan como puentes entre el mundo clásico y la Alta y la Baja Edad Media, lo representa la Virgen de los Reyes en Sevilla. En torno a ella creció la ciudad mudéjar, gótica, renacentista y barroca.

Llegó la Virgen de los Reyes a la mezquita almohade convertida en Catedral. Dos siglos después creció en torno a ella la Catedral gótica y tres siglos después la Capilla Real renacentista, poniéndose a finales del siglo XVII y principios del XVIII a sus pies la urna barroca que guarda el cuerpo de San Fernando. Presidió todas las edades que fueron haciendo la Sevilla que conocemos, amamos y vivimos. Para que nada le faltara, el siglo XIX añadió sus tres mantos isabelinos -el verde, el blanco y el rojo- y el regionalismo, en 1924, el paso de Juan Talavera. El peso de los siglos no la ha cubierto de olvido. 769 años después de su llegada a Sevilla es una devoción viva guardada en el corazón y la memoria, trasmitida por abuelas y madres, que parece adormecida todo el año pero despierta con fuerza extraordinaria en una fecha tan poco propicia, tan de vacíos, como el 15 de agosto. Las misas del día 15, desde la primera a las 05:30 de la mañana, llenan la catedral y una multitud callada, las calles.

Esta devoción sin chimpunes ni excesos, tan íntima que cuando la vemos en la calle parece que la estamos recordando, es uno de los tres pilares de mi esperanza en la supervivencia de la más auténtica, honda y sincera devoción popular sevillana: mientras cada 18 de diciembre haya colas que lleguen hasta el cruce de Bécquer con Torres, cada Domingo de Ramos, Lunes y Martes Santo -con tantas cofradías en las calles- haya colas que lleguen por Conde Barajas hasta Jesús del Gran Poder y cada 15 de agosto se llenen las misas y se abarroten las calles para ver tan sobria y breve procesión, hay esperanza.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios