La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Entre Trudeau, Franco y Guardiola

El vídeo de Sánchez, además de a Trudeau, recuerda a Franco con Carmencita y a Guardiola con su niña

En el fondo produce ternura este hombre. Si no tuviera tan altas responsabilidades hasta caería bien por su torpeza digna del extra indio que interpretó Peter Sellers en El guateque. En el caso de Sánchez, el tipo que no da pie con bolo no ha llegado a La Moncloa a causa de un error en las invitaciones, como Sellers en la película de Blake Edwards, sino de una moción de censura. Pero los resultados son igual de desastrosos a la vez que cómicamente ridículos.

El penúltimo gag de Sánchez ha sido su error en la recepción del 12 de octubre, mal disimulado por la Casa Real que ha actuado como el bisabuelo Alfonso XIII cuando un invitado, en vez de enjuagarse los dedos en el aguamanil, se lo bebió: el Rey cogió el suyo e hizo lo mismo para disimular el error de su invitado, obligando a todos los presentes a bebérselo. Y el último gag ha sido el vídeo tipo José Guardiola (el cantante, no Pep el separatista) con su hija.

Quisieron los asesores del presidente copiar (presuntamente) un vídeo de Trudeau. Se ve que lo de los plagios está de moda en lo que a tesis, libros e imagen se refiere: recuerden a Sánchez haciendo de Kennedy en mangas de camisa y con gafas oscuras en el Air Force One. Y allá que fabricaron esta cursilería ridícula en la que Sánchez se mueve y habla con la misma espontaneidad con la que Franco le pedía a Carmencita que enviara un mensaje a los niños alemanes (todos de las Hitlerjugend o Juventudes Hitlerianas: era 1937) y con la misma cursilería con la que su niña le preguntaba a José Guardiola "Di papá, ¿dónde está el buen Dios?, dímelo, dímelo, di papá".

Por no mencionar el texto del tuit que lo acompaña, en el que Sánchez desea que "nuestras niñas puedan optar a puestos de dirección y poder". Lo que deja claro las preferencias existenciales de este hombre. No desea que opten al conocimiento, la reflexión o la creación, lo que en una sociedad que valorara la excelencia y la igualdad les abriría el camino a la dirección y al poder, sino a estos directamente. El poder es la meta, no un resultado posible entre otros más valiosos. Se comprende que la llegada al poder sin formación sea para este hombre un ideal: en un alarde de sinceridad se ha puesto a él mismo como ejemplo. Para él, estupendo. Pero para su partido y España, algo que recuerda a la cita marxiana: "Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria".

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