Andan preocupados en el Ayuntamiento y no les falta razón. En Sevilla se está creando un clima de opinión, no generalizado pero que sí se consolida en ámbitos influyentes de la ciudad, que considera que el crecimiento del turismo se ha convertido en un problema grave para el que no se buscan soluciones, sino todo lo contrario. Convendría poner un poco de sosiego y reflexión en la cuestión. Tan peligroso sería convertir Sevilla en un remedo pobre de Venecia, y afirmar que sólo las bandadas de extranjeros y nacionales haciendo colas para entrar en los monumentos nos van a salvar del subdesarrollo y el desempleo, como considerar que el turismo es de por sí un fenómeno que despoja a la ciudad de su alma y cambia su fisonomía por la de un parque temático.
Sevilla está lejos todavía de ser una ciudad saturada de turistas, de los que consumen poco y ocupan mucho, como ha podido ser el caso de Barcelona hasta que el separatismo de kale borroka instalado en la Generalitat los ha echado. Es cierto que el fenómeno ha tenido un crecimiento rapidísimo y desordenado que se puede apreciar dándose un paseo por el centro o comprobando cómo ha cambiado el paisaje comercial de calles donde hasta hace no mucho los sevillanos tenían sus referencias de bares y tiendas. También en el crecimiento de alojamientos a base de pisos turísticos y hoteles de pocas habitaciones. Se ha echado de menos algo más de celo municipal a la hora de proteger el patrimonio del paisaje urbano y se ha hecho más incómoda la vida a los habitantes de las zonas más monumentales de la ciudad, donde el crecimiento desorbitado de los alquileres ha hecho que viviendas hasta hace poco residenciales se hayan convertido en alojamiento para turistas de paso. En este campo hay todavía mucho por hacer para corregir errores que sin duda se han cometido.
Pero sería injusto no reconocer las muchas cosas positivas que se hacen para proyectar Sevilla como marca de calidad en el exigente mercado turístico internacional. Y los resultados comienzan a percibirse con claridad. La ciudad se ha convertido en sede de acontecimientos de los que de verdad prestigian. Por no irnos demasiado en el tiempo, la gala de entrega de los premios de la MTV, un acontecimiento global seguido por millones de jóvenes en todo el mundo, el acto de proclamación de las estrellas Michelin o el congreso médico de especialistas en salud pulmonar que traerá a Fibes a 4.000 especialistas de todo el mundo. Todo ello a lo largo del mes de noviembre.
No se trata de turismo sí o no en una ciudad como Sevilla. Turismo evidentemente sí, y cuanto más mejor. Se trata de corregir lo que se ha demostrado que no funciona y potenciar lo que de verdad nos puede dar valor. Y creo que no vamos por mal camino.
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