PARA pedir más dinero que enjugue las enormes pérdidas del A400M, los jerifaltes de Airbus y EADS sí han elegido Sevilla como teatro de operaciones. Tom Enders y Louis Gallois ponen en un aprieto sobre todo al Gobierno español, que ha de presumir durante el primer semestre de 2010 de algún logro para forjar los Estados Unidos de Europa. Hoy, la vicepresidenta De la Vega se reúne en la Casa Rosa con Griñán para recabar las peticiones de Andalucía con vistas a Bruselas. La más urgente está clara: mantener como sea la construcción del avión de transporte militar, estirando el déficit español hasta convencer a franceses, británicos y alemanes. Si, cosa improbable, las multinacionales cumplen su amenaza y tiran por la borda los centenares de millones de euros que se han gastado, para ahorrarse los aún no destinados a un proyecto sin la rentabilidad de fabricar aviones comerciales, para Sevilla sería un desastre.

El A400M, entre los retrasos, los sobrecostes y una organización industrial disparatada por las cuotas entre gobiernos y empresas, tiene una losa económica de 2.400 millones de euros que pretenden repartir entre dos compañías y siete países. La cuesta de enero para Sevilla está quintaesenciada en el sudor frío de Elena Salgado, conminada a que rebañe dinero de los futuribles para que Zapatero pueda esgrimirlo el 31 de enero ante Sarkozy, Merkel y Brown. Hijos del agobio también lo son todos los altos cargos socialistas a nivel sevillano o autonómico. Si el avión no se construye, pueden ahorrarse la campaña electoral del 2011. Porque el azar de la Historia dictaría que con un gobierno de Aznar se aceptó en Europa que Sevilla entrara en la Champions industrial, y con un gobierno de Zapatero, que, para más inri, farda de arreglar la crisis en toda Europa, se derrumbaría el castillo de naipes y el sueño de salir de pobres. ¿A la tercera vez que le pidan al Rey un posado será la vencida?