Visto y oído

Francisco Andrés / Gallardo

"Umillados"

EL balón se disfruta ahora más que nunca en la pantalla. Las pifias escasean cuando se trata del partido más esperado del planeta, un partido que así, de excusa en excusa, fue sibilinamente ubicado en la noche de más consumo audiovisual hogareño, una escondida estratagema para un Barça-Madrid de Oliver, Benji, Pep y Mou. Los lunes se visten de los sábados de otro tiempo y es el mejor día, televisivo, para un acontecimiento como el del Nou Camp.

Pese al impactante desequilibrio, fue también un buen partido televisado, impecable, premium. De esos que el realizador parece que narra sin querer, de corrido. En fin, ya no hay sorpresas en el fútbol televisivo de alto nivel. Con tantas cámaras es difícil que se escape algún detalle al control. Siempre hay un tiempo muerto para añadir ese gesto escondido y sucio, ese pie que sobrepasa la línea imaginaria, ese mohín del perdedor, esas manos tan abiertas como jactanciosas de Piqué, para cebar las polémicas y los debates nocturnos de semanas y semanas.

Todo tiene interpretación sobre el tapiz, pero cuando el marcador es tan abultado, no hay vía de escape para tesis torcidas o recurrentes. Aun así, los cronistas anduvieron calentitos. Las noches de los canales de pago paradójicamente son también las mejores noches para las cadenas perdidas por el mando, como Marca, con Futboleros, o Intereconomía con un Punto pelota que nunca defrauda en sus vehemencias. Las faltas de ortografía que desfilan por los sms ya son de por sí una entretenida opción para reposar la digestión futbolística, mientras Pedrerol gesticula e intenta imponerse como si estuviera diseccionando primas de riesgo. Cuántos madridistas se sintieron "umillados" en sus mensajes. Gane quien gane los partidos, la que siempre pierde es la Real Academa de la Lengua.

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