Cambio de sentido

Carmen Camacho

'Unabombers'

SI yo no estuviera escribiendo este artículo, ¿existiría el terrorismo? La reflexión al respecto estuvo servida desde el principio. El terror no cuaja sin mi natural capacidad para aterrarme y entrar de lleno en la corriente de pánico que se genera. Sobre todo no cuaja sin que prensa, radio, televisión y, ahora también y especialmente, internet y redes esparzan, junto a la noticia, el miedo hasta hacerlo pandemia. Matar a uno para aterrorizar a cien mil, es la consigna. Cada atentado es un anuncio sangriento y luminoso. En España, en los momentos en que ETA golpeó con fuerza, al menos no se obvió el debate. Informar, siempre; pero sin sensacionalismo y sin actuar de caja de resonancia del terror. Ésta fue la postura que defendieron no pocos periodistas, sociólogos y filósofos. Ahora que el terrorismo nos desconcierta en masacres masivas dentro y fuera de los altos muros de Occidente, apenas se escuchan voces que cuestionen el papel y la responsabilidad democrática de los medios de comunicación.

A principios de julio, un camión bomba sajó la vida de 200 personas en Bagdad. 11 días después, un tipo en un camión mató a 84 personas en Niza. Ni que decir tiene que la cobertura no fue la misma; tampoco mi dolor y miedo. Las crónicas del atentado en Francia se locutaron con voz de angustia y violines de fondo. Más que fomentar la pacífica insurrección de los ciudadanos, consistente en seguir poblando con orgullo las aceras, el actual tratamiento informativo del terrorismo nos despuebla, nos amedrenta, divide y vence. Francia ha anunciado que intensificará los ataques sobre Siria e Iraq. Dudo que Hollande sea tan cándido como para querer matar moscas a cañonazos. Ni rastro de reflexión sobre la auténtica estrategia del terror y su solución a fondo, conjunta e integral.

Quizá recuerden a Unabomber, el hombre solo que desde finales de los 70 ejerció el terrorismo en Estados Unidos. El autor del atentado en Niza no es primero ni el último en actuar en solitario. Como unabombers inversos, no nos queda otra que vencer el miedo, ejercer la conciencia crítica, cortar la tele a la primera estridencia y seguir poblando las calles y viviendo a propósito. Y exigir a los medios compostura y a los estados seriedad y hondura en el remedio. "Un hombre solo, una mujer/ así tomados, de uno en uno/ son como polvo, no son nada", dijo el poeta. Ya, pero por algún lado digo yo que habrá que empezar: por una misma.

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