DESEANDO la pronta cauterización de las heridas recibidas en el monólogo del sábado en el Calderón, el Sevilla encuentra el paliativo pronto, muy pronto, esta tarde junto al Adriático. Una cita en la que el Sevilla parte de claro favorito y que debe servir para que Unai tape unas bocas que parece que estaban deseando señalarle a las primeras de cambio. Cuestión ésta que suele ocurrir con frecuencia en la crueldad del fútbol.

El fútbol, más que cruel, digamos que es injusto, con la figura del entrenador siempre en la inestabilidad del alambre. Y con Unai se es muy especialmente, ya que hasta se vierten opiniones en las que se deslizan crueldades como la de que el Sevilla campeonó en Turín a pesar de él, del muy competente técnico guipuzcoano. Como si aquel gol de Valencia cuando el equipo estaba criando malvas no hubiera sido fruto del trabajo de un entrenador que cuida los lances por sorpresa.

Se le ha llegado a vejar por su planteamiento junto al Manzanares y por su interpretación del partido en la sala de prensa. Hombre de natural sincero, esa sinceridad se le volvió en contra y ahora se encuentra en la tesitura de tener que empezar de nuevo a conquistar a su clientela. Y eso empieza por esta tarde en esa bella capital portuaria que es Rijeka, cuestión que no debe presentar grandes dificultades según lo visto hace justamente un año en la visita del Betis.

Tras aquel recital en que laminó al Feyenoord en la reaparición continental, el Sevilla acude a la patria de Davor Suker con la vitola de favorito. No olvidemos que anda en la defensa de aquel título logrado en la capital del Piamonte. Seguro que Unai hará rotaciones y que, por supuesto, no reincidirá en lo de superpoblar para nada el centro del campo. Imagino que le dará al equipo ese plus de creatividad que tanto se echó en falta la noche triste del Calderón... por su propio bien.