Concepto que da para mucho es el de evolución, que evolucionando, evolucionando se acaba que ni se sabe dónde. Bajo el concepto evolución se esconden movidas que tienden a disparatadas y particularmente he visto una evolución disparatada en la deriva del traje de flamenca. Viendo lo que vemos cada año en esa exhibición de evoluciones que es Simof, la incógnita es a ver en qué acaba el vestido de flamenca, esa indumentaria que a la par de realzar los encantos femeninos servía lo mismo para montar a la grupa que para bailar o, mejor aún, para estar sentadas en la caseta dándole a la conversación y al condumio. Y la evolución del vestido nos lleva a trajes ceñidísimos, imposibles para el baile o para montar, sólo aptos para estarse quietecita, en modo florero. El traje de flamenca es el único regional que está a merced de la moda; o sea, víctima de la evolución.
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