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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Urbanismo sofocante

Ahora hay que buscar sombra tras el estropicio cometido en el Paseo Marqués de Contadero

Que repiquen las campanas de la Giralda. La Gerencia de Urbanismo quiere plantar vegetación en el Paseo Marqués de Contadero y levantar pérgolas con velas de quita y pon. Por favor, que sean de pon, sobre todo de mucho pon. El gobierno vende el proyecto como si fuera el hallazgo del vellocino de oro. Primero consiente que se haga una plaza dura, de estilo moscovita. Deja que se perpetre una barbaridad en una ciudad con calor asegurado un semestre al año, una muestra de desatención con los viandantes en pleno itinerario turístico. Y después, con las urnas a la vuelta de la esquina, se acuerda de la sombra. Nadie incluyó en su momento la cláusula de la sombra que debería ser obligatoria en los proyectos urbanísticos de la ciudad. Ahí estuvo el pecado original. Como ocurrió con la Avenida de la Constitución, donde llevamos ya una década sudando. Ahora, meses después del estropicio en el Paseo de Colón, hay que vender un proyecto para generar frescor, una iniciativa que ahora debe pasar el visto bueno de la Comisión de Patrimonio, la misma que lleva años bendiciendo el urbanismo de hormigón y sudor con el hisopo de los informes favorables. Si las ovejas de la comisión cuidan del lobo del urbanismo ya me dirán cuál es el resultado: un paseo intransitable a muchas horas del día, sin agua y con bancos horrendos que sólo miran hacia Triana e impiden sentarse a contemplar la Plaza de Toros. En las caracolas de la Gerencia nadie se acuerda de la sombra, parecen encantados con la promoción de un urbanismo sofocante. En tiempos hubo un urbanismo bajo sospecha que mandó al PA a las catacumbas, después un urbanismo morado con el que Monteseirín se mantuvo doce años de alcalde repartiendo subvenciones a las cofradías. Durante los cuatro años de Zoido no existió el urbanismo. Y siempre se habla de la necesidad de un urbanismo productivo. Años después de la crisis, tantísimos años después de la fundación de la Gerencia, lo único claro es que en Sevilla, desde los tiempos de Manuel del Valle, se premia una suerte de urbanismo sofocante al que continuamente se pretenden colocar parches en forma de jardineras y tolditos a destiempo. No se cuida al peatón, no se tiene en cuenta al ciudadano de a pie, nunca mejor dicho. Promovemos calles peatonales, pero sin tener en cuenta las largas distancias. Vendemos un plan estratégico como herramienta revolucionaria, cuando la mejor gestión se basa en el sentido común. Aprovechemos la luz de la ciudad y tengamos en cuenta que en Sevilla se pasan muchas horas en la calle y hace calor, por lo que necesitamos sombra y agua. O calles estrechas, o espacios abiertos con pérgolas, fuentes y albero.

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