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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

¡Uy, las catalanas!

La estrategia de Sánchez sólo ha servido para una victoria inútil del PSC a cambio de blanquear al independentismo

El domingo casi se nos olvidó que eran las elecciones catalanas. Nos dedicamos a ver un Imprescindibles (La 2) en el que Alberto Corazón hacía una crítica demoledora a la Expo 92. "Fue cuando empezó la corrupción institucional en España. Además, las comunidades autónomas se dedicaron a competir entre ellas, a construir cada una por su cuenta pabellones faraónicos sin recordar que aquello era un proyecto de país", dijo el diseñador responsable de la imagen corporativa de la Junta durante años, antes de que Juanma Moreno la adornase con laureles y coronas. De Cataluña, sus Juegos Olímpicos y el 3% ni pío. La Expo y el primer Ave fueron dádivas del felipismo a Sevilla que no sentaron muy bien en algunas zonas de España, pero es un tanto exagerado cargarles con la culpa del deshilachamiento de la nación. Cuando acabó el programa recordamos, "¡uy, las catalanas!", y nos fuimos a la 1 para ver el especial de Gemma Nierga y Xabier Fortes. Planazo. Los resultados ya los conocen: victoria pírrica de Illa, verdadero triunfo del independentismo, supervivencia de Podemos, desplome de Cs y PP e irrupción tan fuerte como inútil de Vox. Consolarse con el dato de la baja participación es autoengañarse, pues quien en estos tiempos convulsos no se molesta en votar (presencialmente o por correo) es que le importa un pimiento la Constitución, la República, los Països y y la madre del progreso universal. Los independentistas podrán gobernar (todo indica que lo harán) y ya tienen el dato que querían para mover por las cancillerías mundiales (más de la mitad de los votantes son independentistas). Dinero para billetes de avión no les va a faltar. La estrategia de Sánchez apenas ha servido para una victoria sin chicha del PSC a cambio de blanquear un bloque cuyos principales líderes están en prisión por delitos gravísimos. No se entienden los bailoteos de Iceta en el escenario. No es serio, ministro. Illa, para rematar, declaró con solemnidad de patinillo que hablará con todos menos con Vox, como si el partido de Santiago Abascal fuese el problema en Cataluña. Cada vez parece más claro que el antivoxismo es una de las muchas caretas tras las que se esconde el cinismo político de la izquierda. Respecto a Casado, ya lo dijimos el otro día: al PP no le queda más camino que la refundación, probablemente junto a los náufragos de Cs que aún no se han marchado al PSOE o a Vox. El constitucionalismo, hoy por hoy, está desarbolado en Cataluña. Cada uno se ha dedicado a construir su pabellón sin pensar en ningún proyecto común de país. Los que sí lo han pensado son los del lazo amarillo. El domingo dieron un paso muy importante en su construcción.

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