Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

De cómo el VAR no puede nunca quedarse a medias

El artilugio llegó para que el fútbol ganase en credibilidad y ello exige revisar todo lo revisable

Recientemente escribí sobre ese mantra que se nos ha venido encima con la irrupción del VAR en nuestras vidas. Hasta se ha convertido en tema recurrente para estas columnas en tiempo de parón inoportuno por culpa del calendario de selecciones nacionales. El VAR como elemento distorsionador para lo que fue ese animado tercer tiempo que sucede al partido y la verdad es que no hace falta que sea derbi para disfrutar con dicha resaca.

Hace poco escribí sobre las excelencias de un invento que aportaba credibilidad, pero que contaba con el inconveniente de la manipulación. Ya se sabe que cuando el hombre mete la manita, la contaminación aflora y así como la carne mechada se infectó de listeria, el VAR deja de ser perfecto para convertirse en nocivo a causa de esa manita humana que suele ir bien provista de bacterias. O sea que procedería lavarse bien las manos para decidir en un partido de fútbol.

Y si fue estupendo que desde el VOR se fuese a escudriñar en el área a ver si, por un casual, Bartra contactó con el delantero del Villarreal, extrañaba sobremanera el domingo cómo ni siquiera se entraba a analizar si el codazo de Diego Carlos a Joaquín era merecedor de sanción o no. Ése es el defecto del invento, el de dejar pasar por alto jugadas de todo punto revisables como en una especie de "sigan, sigan" que convierten el artilugio esclarecedor en objeto no libre de sospecha.

No sé si la presencia del canario Hernández es perniciosa para el Betis, pues así como aquello de Ponferrada fue escandaloso, también puede argüirse que una mañana le birló un gol al Barça en Heliópolis claro para todos menos para él. No sé qué grado de perjuicio obra en sus decisiones con el Betis, pero si el VAR vino a interrumpir el transcurso de un partido fue para que la claridad se hiciese en su totalidad y no sólo a medias. O peor aún, a gusto del manipulador.

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