Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Vadillo cambió el duro y ahora ¿qué?

SIEMPRE comulgué con la vieja conseja de que quien posee el duro, euro hogaño, es el único que tiene la posibilidad de cambiarlo. A poco que usted, dilecto lector, siga esta columna habrá adivinado que la referencia viene dada por Vadillo, el portorrealeño Álvaro Vadillo, perla de los viveros de Los Bermejales hasta que un empujoncito de Sergio Ramos lo desequilibró para que una de sus rodillas quedase literalmente destrozada.

Ahí viró para mal la carrera de ese joven y prometedor futbolista, con el agravamiento de que en un bolo veraniego se destrozase la otra rodilla.Nuevamente el dolor en la intimidad del gimnasio junto a los rumores que se filtraban sobre su poca predisposición a una convivencia adecuada con el cuerpo técnico. Lo cierto es que el ilusionante valor de casa fue perdiendo cartel, tanto que este verano estuvo a punto de dejar para siempre esa camiseta rayada que tanto decía querer.

En este rincón del periódico siempre se mostró extrañeza por la situación de un futbolista muy joven y, además, muy rápido. Cuando el acento de las peticiones se ponía en comprar velocidad a babor, Vadillo seguía descartado. Para mí, desconocedor de conflictos parafutbolísticos, resultaba incomprensible que, ya que se le pagaba religiosamente, no fuese utilizado. Pero hay más días que olla, el día llegó para que el dueño del duro tuviese opción de cambiarlo y lo cambió.

Dos ratos le han valido a Vadillo para rehabilitarse ante el mundo y bien podría ser el mejor refuerzo que le traiga al Betis el mercado invernal. Puede ser un inconveniente el hecho de que su ligazón contractual con el club expire el 30 de junio y parece que muchas han de ser las teclas a pulsar para que no haya ruptura más o menos traumática. Los cantos de sirena volverán a sonar en los oídos del gaditano y ojalá los recientes desencuentros no influyan para mal, ojalá.

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