La ciudad y los días

carlos / colón

Valdés Leal en los estancos

LAS Postrimerías en los paquetes de cigarrillos. Valdés Leal pintó sus famosos cuadros -En un abrir y cerrar de ojos y El fin de las glorias del mundo- para incitar a la conversión a través del terror. En uno de ellos un esqueleto apaga la luz de la vida mientras pisotea las ambiciones, saberes y goces de los hombres. En el otro la mano de Cristo sostiene una balanza en la que se pesan los pecados (Ni Mas) y las virtudes (Ni Menos) de los hombres sometidos al juicio de Dios y al imperio de la muerte, representada por cadáveres en diferentes estados de descomposición: uno ya momificado, el de un caballero al que de poco le vale el rango que proclama la capa que le envuelve y el de un obispo revestido de los atributos de su dignidad sobre los que se pasean los bichejos que lo devoran. El miedo a la muerte y al castigo eterno como disuasión de los placeres y conversión a una recta vida piadosa.

Esta antigua y eficaz táctica se utiliza ahora, en nombre de la nueva religión de la salud oficiada por los sacerdotes de la ciencia, en la lucha contra el tabaquismo. En su justa medida es algo necesario y beneficioso. Conviene evitar este vicio que hace un daño mayor al placer que procura, convocando graves enfermedades y abriéndole la puerta a la mismísima canina. Lo criticable es la exageración, el recurso al miedo (no a la información) para propiciar la conversión a la religión de la salud, inculcar en quien enferma la culpa abrumadora de ser el causante de su desdicha y la de los demás, y la exhibición de horrores para inducir a no pecar contra el cuerpo.

Es lo que sucede con los paquetes de cigarrillos en los que se van a incluir en mayor tamaño, no solo imágenes espantables de los daños físicos causados por el tabaquismo, sino frases ("Fumar puede matar al hijo que esperas") e imágenes (una pareja junto a un pequeño féretro) que inducen al dependiente del tabaco a sentirse culpable de la muerte de sus hijos, además de la propia. Una utilización del miedo y la culpa propia de otros tiempos. Con razón la presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo ha dicho que "por mucho que la gente quiera hacer caso omiso de esta advertencia, en algún momento se te graba en la mente". ¡Y tanto! Buena causa esta de salvar vidas. Pero también era buena la intención de los predicadores que metían miedo para salvar almas. Lo aborrecible en ambos casos son los métodos.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios