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La ciudad y los días

Carlos Colón

Vamos a contar mentiras

SE celebraría un congreso sobre transparencia en la gestión urbanística en Marbella o Estepona? ¿Se convocaría una cumbre atea en el Vaticano, una sobre el genocidio tibetano en Pekín o una sobre tolerancia religiosa en Teherán? ¿Se celebraría el día del pirateo en la sede de la Sociedad General de Autores? ¿Se convocaría un congreso anticastrista en La Habana o uno castrista en Miami? Es posible. Si en Sevilla, en esta Sevilla en la que patriominialmente se está haciendo lo que se está haciendo y está pasando lo que está pasando, se está celebrando el IX Congreso Internacional de Rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico, todo es posible.

Aquí, no en otro sitio, la consejera de Cultura dijo -sin enrojecer- que "Andalucía no es sólo la Alhambra, la Catedral de Sevilla o la Giralda", sino que también es "toda esa serie de tesoros ocultos sobre los que tenemos la obligación de actuar, labor que, a veces, es difícil de entender por parte de la ciudadanía". Aquí, no en otro sitio, el alcalde dijo (con razón) que la peatonalización del entorno de la catedral ha impedido que fuéramos "señalados como bárbaros por las generaciones futuras"; pero omitió que si algo de sensibilidad quedara en esas futuras generaciones (cosa que el mercado, su política urbanística y la política educativa de su partido se están ocupando de evitar), nos acusarán de horteras, cúrsiles y catetos, además de bárbaros, cuando pasen bajo las setas de la Encarnación, se calcinen en el desierto amarillo de la Alameda o paseen por un centro histórico convertido en un cutre parque temático abarrotado de franquicias barateras o de cursilerías neosevillanitas tipo Robles-Laredo. También dijo el señor alcalde -y, como la consejera, sin enrojecer: les deben dar cursos en el partido- que "no hay que renunciar a la tradición para abrazar la modernidad"; cosa que, por otra parte, aquí nunca sabremos porque se ha hecho lo primero (la renuncia patrimonial) sin hacer lo segundo (abrazar la modernidad). Aquí, precisamente aquí, Román Fernández Baca, director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, ha apuntado un misterioso proyecto de "paisaje histórico urbano" para Sevilla.

Y los sabios invitados, debidamente conducidos por donde deben ir para que vean lo que deben ver y no vean lo que no deben ver, se irán tan contentos canturreando, como el profesor Higgins en My Fair Lady, que "la conservación del patrimonio en Sevilla es una pura maravilla". Mientras sus anfitriones, aguantándose la risa, volverán a sus despachos cantando "por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas".

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