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Venganzas

Reaccionar, sacar consecuencias, aprender de la experiencia y hacerse valer no es venganza

La palabra de moda en los mentideros es "venganza". Hay variedad de ellas flotando en el ambiente. La que más suena es la del PP contra el PNV en el Senado. Por tres razones. Porque sería la respuesta a una traición previa del PNV y eso evoca a los dos mozos de Goya dándose de palos, que es algo que gusta mucho por aquí. Porque implica una pedrea, tras el cuponazo, y los millones pueden caer muy repartidos. Y, finalmente, porque el Senado es una cámara tan oscura y esquinada que, en el subconsciente colectivo, despierta todo el morbo de una puñalada por la espalda en un callejón mal iluminado. Tras la dimisión de Rajoy, es más fácil que la presenten, pues ya no es él contra sus presupuestos y para transmitir la sensación de que el PP no ha quedado KO.

Están luego las venganzas internas. La de Pedro Sánchez contra los suyos que lo defenestraron. Es barroca: ha de consistir en demostrarles que no va a hacer sin ellos lo que no querían que hiciese, o sea, venderse a los independentistas que lo han votado. Y está la del PP entre ellos. El magullado Margallo le ha planteado una moción de censura a la sibilina SSS. Por penúltimo, hay una venganza futura, dependiendo de a quién traicione Sánchez. Si es a Podemos, teniendo en cuenta lo que les gusta Juego de tronos, va a ser gore. Por último, el muy orillado Rivera, ¿qué estará planteando y contra quién? Por ahora parece Rob Stark.

Sin embargo, yo vengo a decir que "venganza" es un nombre demasiado grandilocuente. Aunque resulte tan eficaz a efectos literarios, mucho cuidado porque, en el caso de los presupuestos, se está utilizando para deslegitimar moralmente las enmiendas senatoriales del PP.

En realidad, la venganza implica desear un mal a alguien que excede de la justa consecuencia de sus actos. La justicia nunca es venganza, ni la penal ni la política, si no supera los límites de la ley de la causalidad y el sentido común. No tiene sentido que el PP transija con unos presupuestos injustos que hizo para perpetuarse él en el poder cuando ya lo han desperpetuado despectivamente los beneficiarios de la primera injusticia. El PP puede reparar lo que hizo (y reparar en lo que hizo). Tampoco va Sánchez a tocarles las palmas a los que le tiraron por una ventana. Reaccionar, sacar consecuencias, aprender de la experiencia y hacerse valer no es venganza, por mucho que el nombre insufle tanta emoción al thriller político.

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