EN lugar de un reportaje de ficción como el mamarracho del 23-F a cargo de Jordi Évole, La Sexta tuvo la delicadeza de programar una sentimental homenaje a las víctimas del 11-M. Es normal que un trabajo así termine salpicando los recursos más lacrimógenos, pero fue un espacio en el que pudimos estrechar un abrazo con algunos de quienes estuvieron ayudando en aquella maldita mañana, a supervivientes y a familiares que perdieron a sus seres queridos. Entre ellos Vera de Benito, una espabilada joven de 19 años, de mirada limpia y palabras nobles, que perdió a su padre en los atentados de los trenes. Su nombre daba título a Los ojos de Vera, el trabajado reportaje de un equipo de la productora La Competencia. Hacen falta más evocaciones como esta. Que mantengamos la memoria ahora que los pasados son tan volátiles.

El padre de Vera ya no está, pero se encuentra a su lado y la hace fuerte. Ella no perdona, pero no se amarga. Pilar Manjón, la conocemos todos, ha habido quienes siempre la apuñalaron, recordaba que "cuando sufres un atentado así, ya no tienes futuro". Una buena razón para al menos ponernos en el lugar de los familiares de tantas víctimas inocentes, da igual si a manos islamistas, etarras o de engendros como el Grapo. La vida se remueve para ellos, mientras los asesinos son amamantados por los abogados.

El padre de Vera preparaba con alegría la primera comunión de su pequeña en 2004. Y todo vino a desmoronarse. Diez años son muchos, pero en este caso son un margen estrecho. Esto no es la astracanada de Tejero, donde quedó muy claro que ganó la justicia y la democracia; aquí sí que tenemos bastantes dudas sobre todo el aparataje que movía a los verdugos. "Nos queda saber ¿por qué?", vino a reflexionar en el programa el veterano Tico Medina. El atentado, como poco, se llevó por delante la previsible victoria electoral de un PP que tenía a un tal Luis Bárcenas de inquieto gerente.