La lluvia en Sevilla

Verano 'Ocnos'

Los veranos en Sevilla que retrata Luis Cernuda en 'Ocnos' transcurren paralelos a los míos

Pero qué suerte -me digo, mientras releo Ocnos-, qué suerte habitar una ciudad que puedo recorrer sentimentalmente al recorrer mis ojos las líneas de libros fundamentales". A propósito de unos coloquios sobre Luis Cernuda que prepara Antonio Rivero Taravillo, biógrafo del poeta, me ha dado en estos días por revisar algunos títulos principales del gran poeta. Al buscar por mis baldas Ocnos, me acordé de que lo presté hace años a una amiga, Claudia, en los que fueron -¡cómo lo íbamos a saber!- sus últimos días de vida. Ya nunca volvimos a vernos, y ni se me ocurrió molestar a la familia para recuperar el libro, pues tenía su razón de ser entre las cosas que le pertenecieron. Así que me fui a la biblioteca provincial a por otro ejemplar. La bibliotecaria soportó, divertida, mis protestas: "¡No puede estar la obra de Luis Cernuda en el fondo local, deber ir inmediatamente a la sección de poesía! ¡Cernuda no es local, es universal!". Y ella se sonreía, pues ya me han visto montar allí el mismo show con los Machado, con los Bécquer y con medio panteón de sevillanos ilustres. De entre todas, escogí una edición de mano primorosamente editada.

Los veranos en Sevilla de Ocnos transcurren, en estos días, paralelos a los míos. No recordaba cuánto estío hay en esas páginas. Reconozco en ellas el trajín de la calle Acetres, el patio en penumbra, los comercios del centro, los viveros. El modo de vivir y sentir: "La puerta entornada de la calle apenas dejaba penetrar en el zaguán un eco de la luz", "…color, movimiento, calor, luminosidad, flotaba un aire limpio y como no respirado por otros todavía", "En los largos atardeceres del verano subíamos a la azotea…", "Fuera de la ciudad, la noche estival se remansaba en sosiego…", "Al atardecer, en verano, iba el tren hacia la costa atlántica del sur…". Leo estos pasajes y puedo palpar íntimamente lo que cuenta, porque también lo vivo, porque soy donde él fue, y es como si él pudiera mirar ahora con mis ojos lo que escribió. Las tiendas de la plaza del Pan, los arcos, ("Para un andaluz, la felicidad aguarda siempre tras de un arco"), el río, los cuerpos, los olores, la ciudad a distancia… Hace unos días subí con unos amigos a cenar sardinas a Coca de la Piñera, y la ciudad a mis pies se convertía en un cuadro de Laffón y en un fragmento de Ocnos. También en la ciudad con aristas, desprovista de placidez, que crean Alberto Rodríguez y Rafael Cobos… Sevilla cuenta con obras sinceras que espejan sus luces y sus sombras, que nos la esbozan sin complacencia -que esa es la manera más honesta de apreciar el sitio donde se está-. En estas tardes largas de verano, paseo del brazo invisible del poeta. "¡Qué escándalo! -escucho gritar desde las páginas- ¡Qué escándalo!".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios