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El PP tiene una vía de agua en el Mediterráneo. Es testimonial en Cataluña, donde su recurso contra el Estatut para sacar rédito nacional ayudó al auge secesionista. La prevaricación le echó de los gobiernos valenciano y balear. Y ahora tropieza con la misma piedra en Murcia. A los populares les cuesta el ajuste fino de la corrupción. Anida en sus entornos con facilidad y pasan aprietos para depurarla. El caso de Pedro Antonio Sánchez es paradigmático. Refugiarse en lo que digan los jueces es ignorar que las responsabilidades políticas están antes y van más allá de las penales. Es un error de un partido convencido que su electorado perdona estos pecadillos veniales.

Y mientras en el corredor mediterráneo se encoge la marca de la gaviota, el estado mayor de Génova 13 sueña con desquitarse en Andalucía con un triunfo electoral de Juanma Moreno. Aunque a su flamante retador le falta consolidar su autoridad en el interior del partido. Se acaba de apuntar un tanto anulando a dos secretarios de Estado, Nieto y Fernández de Moya, como presidentes de Córdoba y Jaén. Un criterio caprichoso; lo que vale para la ministra Cospedal no sirve para ellos. Se hace para regenerar y rejuvenecer, dicen. Una norma también variable: Moreno bendice en Almería la continuidad de Gabriel Amat, de la quinta del 44, con 13 años de jefe provincial. Es además presidente de la Diputación y alcalde de Roquetas, con causas judiciales abiertas, que no inquietan al feliz candidato popular a San Telmo. Preocupa lo contrario; si se marcha saldría un montón de candidatos y habría un lío...

Tampoco se opone Moreno a que continúe como presidente de Cádiz el delegado del Gobierno, Antonio Sanz. ¿Porque ejerce en Andalucía? ¿O porque Rajoy lo ve con buenos ojos? En todo caso, es en Sevilla donde el presidente regional pasa la prueba del algodón de su autoridad. Ahí, ante los dos bandos enfrentados, el de Juan Bueno (Zoido) y el de Virginia Pérez (Arenas), ha intentado sin éxito promover como tercera vía a Toni Martín, su vicesecretario regional de Organización.

Este puesto parece que sería un premio de consolación para el grupo de Zoido. Al equipo del ministro de Interior el desembarco en Madrid le está resultando tan oneroso como el de Celia Villalobos en 2000. La Liga nacional es dura para quienes han sido reyes del mambo en sus ciudades y nadie les tosía. Quizá la prensa capitalina se ha ensañado con el ministro y su protegido director general de Tráfico, el antiguo superconcejal Serrano, hombre para todo en el Ayuntamiento de Sevilla, cogido en un desliz nada más llegar a la capital. Pero gane quien gane habrá sido arenista en algún momento de su trayectoria, y probablemente su cercanía a Moreno será escasa. Un veterano routier del partido sostiene que en el PP andaluz se sigue haciendo lo que Arenas decide, aunque Moreno no lo advierta. De momento, la autoridad de Juanma hace aguas por Sevilla.

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