La ciudad y los días

carlos / colón

Víctimas de tercera

IMBÉCILES hay en todas partes. Mientras el Gobierno francés está haciendo un gran esfuerzo humanitario ofreciendo visados a los miles de cristianos árabes que huyen de las matanzas yihadistas en Iraq y Siria, el metro de París ordena retirar los anuncios de un concierto en el Olympia porque en ellos se especifica que los beneficios se destinarán a los cristianos perseguidos en Oriente; y esto, según los responsables del servicio municipal de transporte, "contradice el principio de neutralidad del servicio público" que "no puede tomar partido en un conflicto, sea de la naturaleza que sea" y "prohíbe toda publicidad que presente un carácter político o confesional".

Lógicamente ha estallado una agria polémica que los responsables del metro han tensado aún más al justificar la censura definiendo las matanzas de cristianos civiles indefensos como el resultado de "un conflicto armado en el extranjero". La Coordinadora de Cristianos de Oriente le ha respondido recordándole que los cristianos árabes no son protagonistas de ningún conflicto armado, sino víctimas civiles indefensas. El Gobierno francés ha intervenido criticando que se confundan los principios de neutralidad y laicidad con la petición de ayuda para "las víctimas de la barbarie". El miércoles decidirán los tribunales. De momento la imbecilidad y el fanatismo laicista de los responsables de los transportes públicos parisinos ha sido noticia mundial.

También ha sido noticia mundial el llamamiento del Papa para que la comunidad internacional no mire para otro lado ante estas atrocidades. Pobre Bergoglio. Es tan buena persona que se cree que frente a las masacres de cristianos perpetradas por los islamistas en Iraq, Siria, Kenia -reciente está la matanza de los 148 universitarios-, Nigeria, Libia o Pakistán se mira para otro lado. Ni tan siquiera esto se hace. Se contempla en la televisión y se sigue almorzando o cenando. Como sucede con otras tragedias. En este caso ni tan siquiera hay movilizaciones populares. Las víctimas cristianas y sus verdugos islamistas no dan juego a manipulaciones políticas. En estas tragedias no hay un Israel que insultar, víctimas palestinas que reivindicar o un Charlie con el que identificarse. Vale lo de Yo soy Charlie, pero nadie se pondría una camiseta que dijera "Yo soy cristiano" para identificarse con estas víctimas. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Los cristianos son víctimas de tercera.

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