NOTICIA agradable es la internacionalidad de Vitolo por esa vocación de Vicente del Bosque que es convertirse en fabricante de internacionales; noticia desgradable, muy desagradable, es que la selección no ofrece esperanza alguna de que vaya a reencontrarse. Son la cara y la cruz de una derrota más del puñado de ellas cosechadas en los últimos tiempos y que tuvieron su punto culminante en aquel infamante 1-5 de Brasil con Holanda.

El canario Vitolo, un futbolista que llegó de puntillas a Nervión y que ha estallado en este curso, es el internacional trigésimo sexto de la historia en el Sevilla y la verdad es que con su entrada, el equipo mejoró. ¿Tuvo él algo que ver o es que Holanda se manejó a favor de marcador? No lo sé, pero se ha ganado la posibilidad de que Del Bosque cuente con él para remodelar el equipo, una remodelación que, por cierto, es más rehabilitación que, viendo lo que se ve, otra cosa.

Mucha tinta se ha derramado ya sobre los experimentos que está haciendo Del Bosque y lo cierto es que mejor que se hagan con el agua del partido amistoso que con el champán del oficial. De todas formas, da la impresión de que la medida de hacer internacionales como el que fríe churros se encamina más a hacer amigos que a a construir un equipo que esté en consonancia con el de los grandes éxitos. Pero ¿será posible reeditar un grupo como el que tan felices nos hizo?

Y esa recomposición quizá pase por cambiar de filosofía de fútbol, pues desaparecido Xavi del primer plano hasta el Barcelona juega de otra manera. Sin el genial manija egarense, el tiquitaca parece un sucedáneo de lo que asombró al mundo. Los tiempos de posesiones se mantienen, sí, pero los porteros rivales se pasan los partidos sesteando. Ante Holanda, una frustración más mientras Del Bosque, a fuer de experimentos fallidos, va perdiendo un crédito que parecía inagotable.