el periscopio

León / Lasa

Volkswagen: lo que no sabemos

El problema básico de la democracia consiste en que los ciudadanos puedan acceder a información veraz e imparcial

LOS escándalos se han sucedido en los últimos días dentro del sector del automóvil, y las acciones de bolsa de las principales empresas europeas afectadas se despeñan por la ladera sin que se atisbe el final de la bajada. Todo ello resultado del fraude corporativo, de las ansias de vender a toda costa, de nuestro instalado buenismo ecológico (conciencia limpia a cualquier precio, conducir sin contaminar) y de la avispada perspicacia de un par de investigadores universitarios y unos cuantos periodistas que no dudaron en publicar noticias muy incomodas. El engaño consistía en instalar un software en los vehículos diésel que, dicho sea de forma telegráfica, trucaba a la baja las emisiones contaminantes cuando el vehículo estaba siendo sometido a cualquier test que midiera aquellas. La reducción fingida llegaba a ser de hasta cuarenta veces menos de las emisiones reales. Y el resultado, como hemos indicado, acorde con esa mentalidad tan occidental de las éticas indoloras: que es posible tener un coche cada dos habitantes -o algo más, incluso-- y mantener verde e impoluto nuestro devastado continente. Ahora resulta que no solamente Volkswagen (literalmente, el "coche del pueblo") ha realizado esas maniobras torticeras, sino que también nuestra querida Seat ha reconocido que ha vendido 700.000 coches trucados.

La irregularidad, según parece, se descubrió el año pasado en la Universidad de Virginia (USA); de ahí la bola informativa fue subiendo peldaños sin que fuera posible detener la escalada mediática. Mi reflexión, al hilo de este escándalo, es: ¿cuántas barbaridades suceden a nuestro alrededor sin que tengamos conocimiento alguno de ellas? ¿Cuántos engaños al consumidor se perfeccionan a nuestras espaldas, sin que nunca, por una causa u otra, afloren a los medios? ¿Estaremos viviendo estos días, sin que seamos en absoluto conscientes, repeticiones de casos como el de la talidomida o el aceite de colza, por poner un par de ejemplos? Un reciente libro, comentado por Manuel Conthe en su magnífico blog El sueño de Jardiel, escrito por dos premios Nobel de Economía, Akerlof y Schiller, y titulado Phishing for Phools, viene a estudiar este fenómeno de desinformación en las sociedades, aparentemente perfectas, dominadas por el libre mercado; cómo se manipula y, en casos extremos, se llega a engañar a los consumidores, aprovechándose, sobre todo las grandes corporaciones, de sus flaquezas psicológicas.

La cuestión es trasladable al campo político, con televisiones públicas y privadas lanzando constantemente mensajes embaucadores en favor de una u otra línea de pensamiento. Si según el intelectual de principios de siglo Lippmann, el problema básico de la democracia (y en la sociedad de consumo) consiste en que los ciudadanos puedan tener acceso a una información veraz e imparcial, me temo que el lago continúa abonado para la pesca de incautos.

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