Desde mi córner

Luis Carlos Peris

¿Volverá aquel Llorente de San Mamés?

CUANDO en el cuatrienio que Athletic Club era dirigido por Joaquín Caparrós, la preocupación de vísperas tenía nombre propio para el visitante de turno, Fernando Llorente. La envergadura del riojano era una pesadilla, sobre todo porque era el complemento ideal para la forma de jugar del equipo bilbaíno. Por muy mal que ande el Athletic la decena de córners hay veces que se queda corta y de ella salía un buen rédito para este gigante.

La característica natural del primer equipo de los vascos pasa por presionar muy arriba para tratar de apabullar y de meter al enemigo en el mismísimo regazo de su portero. Y, por supuesto, con la batalla aérea como argumento principal de ese dominio, habitualmente atosigante cuando el pleito se litiga en la Catedral. Fernando era la carta que Athletic rentabilizaba y fue un disgusto enorme ver cómo atendía a la oferta de la Juve y aceptaba hasta casi un año sabático.

Era un dios en el Bocho, la piedra filosofal con la que la tropa de Caparrós convertía en oro cuanto tocaba, luego Bielsa dejó de utilizarlo cuando se negó a renovar y a partir de ahí cambiaron las cosas. Recibido en Turín como un ídolo, sólo sacó a cuentagotas su poder resolutivo. Y es que cambiaba el martillo vasco por el yunque piamontés y empezó a quedarle demasiado lejos el área contraria, con lo que su efecto intimidador y su juego aéreo se quedaban sin apenas sentido.

En la Vecchia Signora sólo estuvo dos cursos y fue de más a menos hasta que Morata le arrebató la titularidad. Tras esa experiencia, otra ilusionante. Ahora es con el Sevilla, que tiene un equipo también como a contraestilo de Llorente. Hasta la fecha no puede decirse que haya satisfechos las enormes expectativas que se abrieron con su aterrizaje en Nervión. ¿Le ocurrirá lo mismo que en Turín? No tiene por qué, pues también el Sevilla apela a menudo a la batalla aérea.

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