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carlos / colón

Votos y sentido común

LOS andaluces apuestan por una gran coalición entre PSOE y PP, titulábamos ayer. Lógico. Los andaluces, como el resto de los españoles, siempre han votado sensatamente, al menos hasta ahora, con un sentido común colectivo inédito en nuestra larga historia de extremismos, desgarros y enfrentamientos -aquella España de héroes, bestias y mártires de la que escribió Manuel Chaves Nogales- que siempre acababa asfixiando, si no masacrando, a la tercera España que buscaba la racionalidad democrática entre las dos que habían de helarle el corazón a los españolitos que venían al mundo.

Los españoles votaron a la UCD formada por los franquistas reformistas y los antifranquistas moderados -liberales, monárquicos y democristianos fundamentalmente-, evitando tanto la prolongación de la derecha inmovilista como la aventura de partidos de izquierda que podían suponer un vuelco para el que no consideraban aún preparado al país. Los españoles votaron al PSOE, no sólo por la caníbal descomposición de UCD, sino porque tras el 23-F consideraron que el país y el partido estaban preparados para un Gobierno socialdemócrata inequívocamente europeísta. Los españoles votaron al PP, no sólo por los escándalos de los últimos años de González, sino porque entendieron que se había completado el proceso de democratización de una derecha alineada con los partidos conservadores, liberales o democristianos europeos.

Después los españoles apoyaron una monótona pero segura y estable alternancia bipartidista que este año podría desaparecer -¿para siempre?: ni lo creo ni lo deseo- a causa de la soberbia, la torpeza y la corrupción de los dos grandes partidos, convertida en intolerable al coincidir los mayores escándalos -Gürtel, ERE, Bárcenas, Bankia, Palau, Pujol, cursos de formación, Púnica- que afectan a casi todas las autonomías y partidos, y con especial gravedad al PSOE y al PP.

Andalucía es una excepción, con sus más de 30 años de apoyo autonómico al PSOE. Pero sólo relativamente. Porque se trata también de un voto que no solo obedece a la incapacidad del PP para ofrecer alternativas y líderes atractivos o al formidable aparato clientelar creado durante tres décadas por el PSOE, sino a una conservadora voluntad de estabilidad. Esto permite comprender que la opción preferida por los andaluces sea una alianza PSOE-PP al estilo de la gran coalición alemana entre socialdemócratas y democristianos.

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