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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Vox y la invasión de los 'okupas'

Para Vox, Sevilla es el paraíso de los 'okupas'. O sea, un infierno para los propietarios de viviendas

La estrategia más vieja de un partido político es la de inflamar las preocupaciones de la gente. Si esas preocupaciones no existen en la medida en que le son útiles al partido en su objetivo de expandirse, se crean, se inventan. Y si existen pero no son suficientes se multiplican y se agigantan. Entonces ya no son preocupaciones, es miedo. A un partido le es mucho más útil gente terriblemente cagada que gente estrictamente preocupada. Esto no es bastante. Preocupado, uno aún puede ser ecuánime en sus juicios. Puede incluso llegar a desembarazarse de ese incordio: una preocupación menos. Pero si está acojonado, aunque no sepa muy bien por qué, querrá encontrar una explicación a su canguelo. Se la servirá el mismo que lo ha provocado y que además le asegurará que puede proporcionarle la solución para acabar con él.

Aunque lo oculten, a título personal los políticos suelen ser también gente asustada. Aparentan valentía, y a veces hasta arrojo -cuando no temeridad- en medio del corro, pero en solitario están en pánico. Se sobreponen a él agitando el bidón de gasolina en medio de las llamas o avivando rescoldos. El humo tiene que llegar a cuantos más mejor. El miedo no debe ser individual. Un tipo solo expresando sus temores no es de utilidad para los fines del partido. El miedo tiene que ser colectivo, muy numeroso. Entonces es cuando los miedosos dejan de ser débiles y se hacen fuertes. Y, bajo control, muy poderosos.

Ese miedo se ha apoderado de ellos, además, provocado por algo que les ocurre a otros pero que los pirómanos del partido les aseguran que cualquier día puede ocurrirle a ellos. Es algo que casi nunca han visto, pero es algo de lo que oyen hablar y hablar, cada vez con más tremendismo, y aunque se trate de algo que al parecer aqueja a desconocidos y que acontece en la otra punta de la ciudad o en barrios que jamás han pisado ni pisarán -luego no saben si es cierto o no y si en el caso de serlo es tan violento como cuentan los cizañeros-, está cada vez más cerca porque no deja de crecer.

Para Vox, Sevilla es el paraíso de los okupas. O sea, un infierno para los propietarios de viviendas. Vox afirma que hay un "alarmante incremento" de casos de okupación en Sevilla. El panorama que pinta Vox es el de una ciudad invadida por "estas mafias" para las que la "capital y sus barrios se están convirtiendo en objetivo preferente". Hay okupas por todas partes.

Pero uno se da un simple garbeo, sin miedo, por la ciudad y lo que ve son casas vacías, muy vacías, y hasta abandonadas.

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