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LA irreverente cadena FX, artífice de series tan polémicas como Nip/Tuck o The Shield, ha vuelto a sorprender con Wilfred, una comedia negra de origen australiano que ha sido versionada en Estados Unidos con Elijah Wood (El Señor de los anillos) como protagonista.

Ryan parece un chico normal. En la primera escena aparece sonriendo, satisfecho de sí mismo mientras escribe algo en el ordenador. Entonces la pantalla nos muestra un mensaje: nota de suicidio número tres. No es tan normal como parecía hace unos segundos. La vida de Ryan es patética, ha estudiado una carrera que no le gusta, por obligación, está pendiente de que le readmitan en un trabajo que detesta y además tiene que lidiar con una hermana que lo controla continuamente. Así que se toma unas pastillas que consiguió de su hermana (sin saber que son placebo) y se pasa la noche intentando que surjan efecto, sin ningún resultado. En ese momento, mientras sigue enfrascado en su tarea, el timbre le interrumpe, se ha hecho de día sin darse cuenta. Cuando abre la puerta, su guapa y nueva vecina le saluda, Fiona, necesita un favor, mientras se va a trabajar debe tener a alguien para cuidar de su perro Wilfred, interpretado por Jason Gunn, el creador de la serie. Ryan mira detrás de ella para observar al perro, pero para su sorpresa lo único que ve es a un hombre alto, disfrazado de perro y que le saluda con un marcado acento australiano. Wilfred entra en casa de Ryan y en su vida, poniendo patas arribas a su mundo. El chico tímido y temeroso, es manipulado por la mascota de la chica de al lado para que entre en casa de su vecino y le robe la plantación de marihuana, luego, ambos deciden defecar en las botas de este. Ryan disfruta como nunca lo ha hecho, por fin se siente vivo de verdad, pero Wilfred tiene preparada otra gamberrada, en el escenario del crimen ha dejado la cartera de Ryan.

En cada episodio, las gamberradas de Wilfred se van superando y es Ryan el que tiene que pagar las consecuencias de sus actos. Este se enfada con su protegido, pero siempre acaban haciendo las paces y los capítulos terminan con ellos dos sentados en el sofá, colocados y fumando los porros que se hacen con la marihuana robada. A pesar de los problemas que se le vienen encima a Ryan por las acciones de la mascota, gracias él está espabilando y descubriendo que se puede disfrutar de la vida, ya no piensa en el suicidio y tampoco se plantea qué le pasará por la cabeza para haber entablado una relación tan extraña como esa. Ya han emitido seis episodios de la serie y la calidad no ha decaído en ningún momento y los espectadores han caído en las redes de este extraño perro malhumorado, tal como lo ha hecho su protagonista.

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