La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Yolanda al ataque

La reforma laboral es sólo la superficie del problema: lo que está en juego es el futuro de Sánchez y el liderazgo de Díaz

La vistosa escenificación de la tregua entre las dos vicepresidentas del Gobierno, con Pedro Sánchez apadrinando el paseo forzado por las calles de Trujillo, alivia las tensiones intrínsecas de la coalición y refleja una imagen de falsa concordia y comunión de objetivos, pero no resuelve el conflicto sobre la reforma laboral ni recompone un proyecto, viciado de origen, para construir un país con quienes quisieran reinventarlo.

Aparentemente, Yolanda Díaz ha salido triunfadora del encontronazo. A cambio de admitir la participación de directores generales de Economía y Seguridad Social -socialistas- en la mesa negociadora de la reforma, ha quedado claro que ella es la coordinadora en jefe y la interlocutora mayor con la patronal y los sindicatos. Pero está por ver el contenido mismo de la reforma laboral. Pedro Sánchez vuelve a hablar de modernizar las relaciones laborales, mientras que Yolanda se atiene a lo suscrito en el acuerdo de coalición: derogar la reforma del PP. Sánchez firmó en 2019 todo lo que Iglesias le puso por delante y ahora intenta, con dudosa fortuna, arrepentirse para no defraudar a la Unión Europea en la hora del maná financiero.

Aún hay algo más profundo y decisivo en esta actitud de Pedro Sánchez: el PSOE está perdiendo frente a Unidas Podemos en la lucha por el relato de esta legislatura. Entre los sectores progresistas del electorado está cuajando la idea de que la sensibilidad social del Gobierno la representa UP y que el PSOE camina siempre a rastras. En UP colocan el listón muy alto y se atribuyen a sí mismos todos los logros (salario mínimo, ingreso vital, ERTE, ley de vivienda) y a los socialistas todas las rebajas. Desmontar la reforma laboral de 2012, por disparatado que fuera, culminaría esta labor de liquidación de la hegemonía socialista. Desmontar a Sánchez desde dentro.

Con Pablo Iglesias esta maniobra estaría abocada al fracaso. A Pedro Sánchez le venía bien un enemigo tan excéntrico, gritón y superficial como el fundador. El problema es que Yolanda -la futura candidata de Podemos, o como se llame en el futuro, que no es de Podemos- trabaja en vez de hacer propaganda, se documenta, ha frenado la sangría electoral de UP y es la política preferida entre los jóvenes. Ahora está embarcada en una vertiginosa construcción de su liderazgo y en la resurrección del sorpasso a los socialistas. Pedro sufre el fenómeno y no puede permitirse no combatirlo. Está en peligro mientras la derecha avanza.

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