18 de abril

El jueves, María del Monte presenta un disco nuevo que augura intensidad, ganas, voluntad, alegría

Aveces, por curiosidad, veo las fechas y rastreo el equipaje que llevan. Los días internacionales y las efemérides son muy distraídos y además te dan una cierta perspectiva que mezcla lo nuevo de cada día con la carga de sus antepasados. Este 18 de abril, por ejemplo, es especial, casi un lunes de resaca, lunes de Pascua después de una semana que la mayoría esperaba con sed. Esa sed de emociones que no se sacia más que bebiendo, viviendo, o sea. Amanecemos un lunes cansados y agradecidos, la calle y la belleza reparan las heridas o al menos nos ayudan a cicatrizarlas y apencar con ellas. Un agotamiento su pelín falso, permitan que lo aprecie, porque una vez hemos dado cuerda al reloj -que quedó trabado hace dos años- no hay quien lo pare. Este fin de semana estoy segura de que muchos han guardado atavíos cofrades, que otros muchos han esbozado un ligero cambio de ropa -adiós a los jerséis de cuello alto y los pantalones de pana y los pantis de 90 cm de espesor, hasta el año que viene- y que otros tantos, otras en concreto, han hecho la pruebas de sus trajes de flamenca. Hay quien de la madrugada se fue al taller a llenarse la boca de alfileres y dar puntadas a los volantes. Me dicen que walapop arde de trueques y compras, bendito zoco virtual que nos permite estrenar lo que otra mujer también estrenó en su día. Esta semana, el jueves 21, María del Monte -reina de las sevillanas sin necesidad de referéndum- presenta un disco nuevo que augura intensidad, ganas, voluntad, alegría. Y serenidad, que ya son muchos años de encender alumbraos, abrir puertas de lona de su caseta siempre acogedora, lustros lustrosos de cantar y bailar. María este año tendrá ausencias, como tantos después de esos meses guadaña que hemos vivido como un mal sueño. Pero María, este año, hará que la memoria se convierta en belleza. Como los más sabios de nosotros, como este pueblo andaluz tan inteligente que conjuga el carpe diem aunque no sepa latín. O porque "sabe latín", precisamente.

Hasta ha llovido. Buenos presagios para volver al curro sabiendo que la dosis de locura necesaria para permanecer cuerdos nos espera apenas pasen 15 días (llamémosla feria o esperanza o ilusión). En menos de dos semanas veremos alumbrar la portada, qué orgullo de su autor, Javier Navarro, que la vio desmontar en la pandemia y la verá alzarse bella y digna este año. Pero para eso quedan dos semanas. Hoy, 18 de abril, en 1946 hubo otro alumbrado: se finiquitó la Sociedad de las Naciones para hacer nacer la ONU. Y se reunió por primera vez el Tribunal de La Haya. Hace 76 años. Una fecha para pensarla. A veces el pasado da una lección de realidad al presente. Que la felicidad no nos convierta en ciegos, aquellos que, individualistas, hedonistas, egoístas -centenario de José Saramago- han elegido no ver.

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