Avanza inexorablemente la semana y no se detienen las manecillas del reloj del tiempo con el 10-N grabado a fuego en la línea de meta. Y con la cuenta atrás sin posible detención se disparan los nervios y las discusiones aumentan sus decibelios en la barra del bar y en el puesto de trabajo. Quién se acostará riendo y quién cabizbajo, o llorando, cuando el lunes vaya anunciando su llegada. Es lo natural cuando se acerca uno de tantos 10-N como hemos vivido, con el berenjenal que aporta la duda dominando nuestras seseras. Ya jueves, estos cuatro días se antojan como la cresta de una ola que rendirá en la playa cuando la noche nos diga que el domingo llega a las tablas. Y con lo que nos estamos jugando, quién será el que haga feliz a su clientela, ¿conservadores o populistas? Cómo, pero si me estaba refiriendo al derbi, ¿en qué estaba usted pensando, amigo mío?