¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El acuario español

Cuando le ha convenido, Sánchez no ha tenido escrúpulos en anunciar la inminente apertura de los corrales

Hay una frase de periodistas especialmente divertida y cínica: "los lectores tienen la memoria de un pez". Sirve para consolarse de algunos errores cometidos por plumillas y reporters en su agitada labor diaria. No hay que tenerla muy en cuenta, pues ya todos sabemos que la prensa es una canalla, una famélica legión de devoradores de canapés y fritos variados en las soirées, muy aficionada a la válvula en cualquier arte escénica, bien sea un festival flamenco, una modernez de Calixto Bieito o una oronda soprano teutona. Pero, que sepamos, nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no tiene ningún blasón de íntrépido tribulete, sino de profesor de Derecho un tanto marrullero, por lo que no comprendemos por qué ha decidido que los españoles tenemos la memoria de una mojarra o un congrio y se dedica a mentirnos impunemente, confiando en la escasez y pobreza de las neuronas hispanas.

Un ejemplo de lo dicho lo estamos viendo estos días con el impulso del indulto de los Hermanos Dalton del procés, que cada vez tienen mejor aspecto pese a los meses pasados en la presunta trena, que más bien parece hotelito con encanto y bufet a destajo. Da igual que Sánchez nos prometiese que no iba a existir tal perdón para los que violaron la ley e intentaron hacer saltar por los aires el sistema constitucional, cuando le ha convenido para su permanencia en el poder no ha tenido ningún escrúpulo en anunciar la inminente apertura de los corrales. Y todo esto pese a que los penados no han mostrado ninguna muestra de arrepentimiento. Muy al contrario siguen exhibiendo con contumaz chulería su desafío al Estado de derecho.

Coincide el anuncio redentor con la noticia del veto gubernamental a la presencia del rey Felipe VI (que Dios guarde) en una acto en Barcelona. Desde aquella aciaga noche de octubre en la que el monarca cumplió con su deber constitucional, el universo lazi se ha propuesto hacer inviable su presencia física en Cataluña. Ahora, por lo visto, cuentan con la colaboración de la Moncloa. Los independentistas saben que, hoy por hoy, don Felipe es el mayor garante de una unidad nacional y lo han convertido en el principal objetivo a batir con la complacencia de Podemos y el oportunismo del PSOE sanchista. El presidente no sólo le pone los grilletes al jefe del Estado, sino que mantiene como vicepresidente a un político que sueña con ver su metafórica cabeza rodar por el cadalso. Ya habrá tiempo después, en la campaña electoral, de contarnos alguna trola. Al fin y al cabo, ¿qué es España sino un inmenso acuario?

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