Con la túnica de terciopelo verde de su querida hermandad como impedimenta para el último viaje, ahí me crujieron los adentros viendo a mi amigo Campitos, el irrepetible José Manuel Campos López, amigo de sus amigos y uno de los trianeros que más hambre han quitado en Triana. Tuvo la generosidad de arroparme la última vez que ejercí de enviado por mi periódico a cubrir un partido de fútbol. Estuvo a mi lado todo lo que duró aquel fin de semana de mayo de hace nueve años, nueve años ya, qué barbaridad. Y en aquel viaje a Bilbao, como en tantos y tantos otros en los que acudía a la llamada de su Betis del alma, recordábamos cosas de un tiempo que se fue. Sus discusiones llenas de gracia con el gran Juan del Nido o con Pablo Belloso, aquellas tertulias en el Bodegón... Y allí, con su túnica verde, estaba Campitos y a un servidor se le rompían los adentros.
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