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Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

El aeropuerto que Sevilla merece

La gran transformación que está acometiéndose en San Pablo queda coja sin una conexión por tren

El Aeropuerto de Sevilla fue el que más creció de Europa en los años 2018 y 2019. Tras batir récord tras récord cerró ese último año con 7,5 millones de pasajeros, una cifra que habría superado con toda seguridad de no haber sido por el frenazo de la pandemia. Una crisis que pilló a San Pablo patas arriba, con una ampliación en marcha y una estrategia trazada con muchísimo acierto por Jesús Caballero, el director más joven que ha tenido el aeródromo y, probablemente, el que acometerá la mayor transformación del mismo.

El balance de 2020 indica una caída del tráfico aéreo muy destacada. Los vuelos fueron un 47,5% menos que los del año anterior, si bien el volumen de pasajeros fue casi el 70% (69,3%) menor y el de mercancías, ahí está un punto fuerte, sólo se redujo un 2,4%, mientras que en Madrid o Barcelona superaron el -25% en este apartado.

De los datos se deduce que, a pesar del castigo del Covid-19, esta infraestructura se mantiene en muy buena posición en España. Y ello no es casualidad, sino fruto del trabajo realizado desde 2013, con Caballero al mando, que ha permitido que Sevilla, que apenas contaba con conexiones directas, figure en el mapa.

Hoy la actividad en la terminal resulta descorazonadora. Sevilla está conectada en estos momentos sólo con 21 destinos, de los que únicamente cinco son internacionales. Son datos, además, provisionales pues las restricciones a la movilidad y la evolución tan errática que tiene la demanda condiciona cada día la programación de las aerolíneas.

El escaso movimiento contrasta con el ritmo de las obras que se reanudaron en junio en el aeropuerto, con doble turno para intentar que, cuando todo pase, Sevilla esté preparada para encender los motores del turismo. Y eso es un punto fuerte, porque esta industria renacerá y esta infraestructura sevillana se habrá reinventado para ser más competitiva.

Sevilla ya parte con una ventaja: un aeropuerto a escasos diez minutos el centro de la ciudad. Y con un hándicap: la falta de una conexión ferroviaria que permita que una gran ciudad que aspira a ser referente en el mundo tenga un aeropuerto realmente de primera. La ausencia de esta mejor comunicación es clave para que la transformación que se está acometiendo luzca.

La capital merece tener una instalación cinco estrellas y un enlace por tren entre el aeropuerto y la estación de Santa Justa, un trazado en línea recta de poco más de siete kilómetros que todos los gobiernos prometen y ninguno cumple. Debería ser una prioridad. Es algo que todos ven pero que es incapaz de salir del saco de las infraestructuras pendientes. Y aunque algunos no lo digan por prudencia, enturbia los avances y la imagen de una ciudad con una marca muy potente que puede aspirar a más. En esa conjunción tan de moda de lo privado y lo público como estrategia para triunfar, eso último debería pesar un poco más, por interés general.

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