DISFRUTABA el personal antier noche en dos frentes para la escucha con delectación. En el Ateneo, Gastón Ramírez, un mexicano que se bebe los vientos por Sevilla y que siempre ahueca la agenda para venirse a los toros. A tiro de piedra, en el antiguo Álvarez Quintero hoy Joaquín Turina, el auditorio seguía sin perder ripio el templado diálogo que mantenían Enrique Ponce y el profesor Andrés Amorós. Llenazo en ambos lugares a pesar de la competencia que supone el fútbol televisado, mayormente si de la Champions se trata. Es sólo parte de la oferta que se nos ofrece en este tiempo interfiestas. Ítem más, para anoche se anunciaba en Canal Sur otro mano a mano lleno de atractivo, el del sin par Jesús Quintero que en todo lo alto de su colina dialogaría con Antonio Gala, nada más y nada menos que con ese eximio e irrepetible cordobés. Casi nada. Quien no se distrae es porque no quiere.