Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El alcalde que sabe pactar

Espadas debe ahora traducir en gestión y resolución de problemas la capacidad de negociación que ha demostrado

No hace todavía tres años que Juan Espadas ocupó el puesto de mando del Ayuntamiento de Sevilla y ya ha tenido tiempo para cerrar pactos de envergadura con todas las fuerzas representadas en la Corporación, lo que es lo mismo que decir que ha hecho ofertas atractivas a los casi 300.000 sevillanos que lograron con su voto representación municipal. Con los partidos que se situaban a su izquierda, los comunistas de IU y la marca blanca de Podemos, entonces tan potente, logró el acuerdo de investidura que lo convirtió en alcalde sin haber ganado las elecciones y que de tacón dejó al PP local sumido en un desconcierto del que todavía no se puede certificar que haya salido. Con Ciudadanos cerró dos presupuestos, que supusieron que su gestión se alejaba de las exigencias radicales que le trataban de imponer sus teóricos socios para llevársela a la moderación y el pragmatismo. Este año ha rizado el rizo y cuando más complicado parecía que lo tenía ha cerrado un acuerdo con el PP renovado de Beltrán Pérez, que va a permitir a la ciudad disponer de casi mil millones de euros para invertir y de una fiscalidad en principio más soportable que la que se tenía hasta ahora.

No es poca cosa lo que ha hecho Espadas. Ha demostrado una capacidad de negociación hasta ahora desconocida en la política Sevilla. Tenemos, de pronto, un alcalde transversal que es capaz de llevarse bien con todos, de ceder cuando hace falta y de anteponer los intereses generales por encima de los puramente estratégicos o de partido. Es cierto que para cerrar el Presupuesto se ha encontrado un PP municipal en el que están cambiando algunas cosas fundamentales. En medio de la crisis de identidad en la que se halla desde que Zoido no pudo renovar la Alcaldía y de la provisionalidad que significa no tener a estas alturas candidato para dentro de poco más de un año, Beltrán Pérez está imprimiendo ritmo político a una oposición que estaba en encefalograma plano. Por ahora ha conseguido dos cosas: imprimir a las cuentas de 2018 el sello del PP con compromisos concretos y bajadas de impuestos y dejar a Ciudadanos -que necesita protagonismo en la vida local porque en Sevilla es todavía una fuerza muy débil- fuera de juego. Además, y como complemento, obliga a Espadas a sumarse a planteamientos, sobre el Metro o inversiones, que deben de escocer en el Palacio de San Telmo, aunque quizás esto sea lo menor.

Pero todo esto es, por llamarlo de alguna forma, juego político. Ahora falta traducirlo a gestión: que la ciudad note que se hacen cosas y que esas cosas sirvan para que vivamos mejor y para que, por los menos, nos pongamos en línea de abordar los problemas que tienen a Sevilla como no debería estar. Eso es lo difícil.

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