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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Un alcalde transversal?

Espadas termina mandato bastante ayuno de realizaciones pero sin producir grandes rechazos

De la nómina de los últimos alcaldes de Sevilla, Juan Espadas es, sin duda, el que tiene un carácter más transversal. O dicho en palabras más llanas: el único capaz de no provocar demasiado rechazo ni a izquierda ni a derecha y que cualquiera podría votar sin grandes problemas de conciencia. Conviene señalarlo ahora que se acercan las elecciones en las que se propone revalidar su mandato, porque eso es lo más positivo que se puede decir de él. Una circunstancia que lo diferencia claramente de los dos que lo antecedieron en el cargo. Alfredo Sánchez Monteseirín, primero, y Juan Ignacio Zoido, después, cosecharon un enorme rechazo en grandes sectores de la ciudad que los terminó echando de la Plaza Nueva, si bien por causas bien diferentes en uno y otro caso. Espadas ha tenido donde mirarse. En Andalucía tenemos el ejemplo más claro que hay en la España actual de lo importante que es ser un alcalde transversal y de cómo ello puede redundar en beneficio de una ciudad. Francisco de la Torre lo ha logrado en Málaga y parece que está en vías de seguir haciéndolo. Es un alcalde que no provoca rechazo, más allá de guerras intestinas en su partido, y que le ha dado la vuelta a su ciudad hasta colocarla entre las más dinámicas de España. Quizás por eso, Espadas, en el comienzo de su mandato, se sacó de la manga aquello del eje Sevilla-Málaga, que más allá de unas cuantas fotos sólo sirvió para alguna ocurrencia, hoy afortunadamente olvidada, como la de colocar el aeropuerto de la Costa del Sol como gran entrada internacional de Sevilla.

Pero mientras la transversalidad de Francisco de la Torre se sustenta en hechos y lo es en acto, la de Juan Espadas se basa en actitudes y lo es en potencia. Al alcalde de Sevilla le queda todavía todo por demostrar y lo podrá hacer o dejar de hacer si los sevillanos le dan otra oportunidad el próximo 26 de mayo. Por ahora culmina el mandato que inició en 2015 bastante ayuno de realizaciones concretas y con todos los grandes proyectos de ciudad empantanados, desde el Metro-que no depende ni exclusivamente ni sobre todo de él- hasta la ampliación del tranvía, que le birló el PP pensando más en sus propios intereses electorales que en los generales de la ciudad. Sevilla, objetivamente, no está peor que hace cuatro años. Está mejor. Pero mucha de esa mejoría tiene más que ver con la recuperación general de la economía y el auge del turismo que con las políticas municipales de estos años. Los problemas de la ciudad siguen siendo los mismos y lo que deben decidir los sevillanos dentro de apenas tres meses es si se han puesto ya las bases para empezar a resolverlos. O no, que diría Rajoy.

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