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la tribuna

Emelina Fernández Soriano

La alfabetización mediática: un derecho

LA atracción que ejerce una tv encendida sobre la población en general y muy particularmente sobre los niños y niñas es innegable. Sus cinco sentidos se entregan, permeables, a las imágenes y sonidos que emite la pantalla, a las tramas y discursos narrativos, hasta el punto de interiorizarlos e imitarlos en una especie de juego infantil -o juvenil-, que no es más que una expresión del mundo que van construyendo en su imaginación a través de esas imágenes y mensajes.

Pero si en lugar de considerar todo ello como simples comportamientos individuales lo analizamos como fenómeno social con datos que nos permitan generalizar, veremos que la trascendencia de esa relación entre la televisión y el menor de edad e incluso los adolescentes, es algo más que una inercia cotidiana.

Según un informe elaborado por el Consejo Audiovisual sobre Menores y Televisión en Andalucía, de los 50 programas más vistos por la población infantil, sólo la mitad estaban calificados como específicamente dirigidos a ellos. Por el contrario, los espacios con más audiencia entre los jóvenes se pueden considerar como programas para adultos. Sólo uno de los cincuenta programas más vistos por los menores de entre 13 y 18 años está calificado como juvenil. Y entre los de mayor audiencia infantil se encuentran las telenovelas, que concitan una audiencia que ronda los 28.000 niños y niñas andaluces de entre 4 y 12 años.

Estos datos nos deben llevar a concluir que es imprescindible dotar a los menores de edad de herramientas y conocimientos para que puedan desarrollar un pensamiento crítico ante los contenidos que ven por televisión. Es decir, garantizar lo que en el sector audiovisual se denomina alfabetización mediática, y que la Unesco ha declarado como un derecho humano básico.

Los medios de comunicación nos ayudan a entender el mundo y nuestro lugar en él, de manera que gran parte de nuestra visión de la realidad se basa en los mensajes que emiten los medios y que han sido pre construidos. Los adultos podemos disponer (aunque ni siquiera siempre ni fácilmente) de mayor autonomía de razonamiento para no ser artificialmente persuadidos mediante manipulaciones sobre muchos aspectos de esa realidad gracias a nuestra experiencia vital, pero un niño o una niña en pleno proceso de formación es un individuo prácticamente indefenso ante manipulación y la inculcación de estereotipos, tabúes y prejuicios.

La alfabetización mediática previene contra esos males al capacitar a las personas en todas las facetas de su desarrollo humano para buscar, evaluar, usar y crear la información con eficacia, con libertad y responsabilidad para alcanzar objetivos personales, sociales, laborales y educativos que ellas mismas, y no otras con más poder, hayan definido para sus vidas. Su objetivo, por tanto, es fomentar la fundamental actitud crítica y reflexiva de la sociedad en la valoración de los contenidos de los medios de comunicación.

Todos los expertos coinciden en la necesidad de que los poderes públicos pongan en marcha iniciativas y proyectos en este sentido. La Unesco, la Unión Europea, La Directiva 2007/65/CE del Parlamento Europeo y el Consejo de Europa instan a promover el desarrollo de la alfabetización mediática en todos los sectores de la sociedad y a seguir de cerca sus avances. En España, la Ley General de Comunicación Audiovisual -en vigor desde hace un año- recoge el deber de los poderes públicos de fomentar la alfabetización mediática bajo el epígrafe "El derecho a una comunicación audiovisual transparente".

Mientras tanto, los países miembros y las autoridades reguladoras del audiovisual deben fomentar el debate sobre la inclusión de la alfabetización mediática en el plan de estudios obligatorios, y también han de estimular una mejora de la concienciación sobre el patrimonio audiovisual nacional y europeo -tan rico y olvidado últimamente- a través de campañas de sensibilización.

Y eso es lo que nos disponemos a hacer desde el Consejo Audiovisual de Andalucía con un enfoque de largo alcance. Las actuaciones relacionadas con la alfabetización mediática no pueden ser puntuales, sino estrategias planificadas a medio y largo plazo que requieren la implicación decidida y cooperadora del sector audiovisual, de su industria y de las instituciones educativas, de la administración autónoma, de las asociaciones de padres y madres y ONG.

Si tenemos en cuenta que en el 31,5% de los hogares andaluces hay una televisión en el dormitorio del menor y que los menores de hasta 12 años pasan delante de la televisión más de 3 horas de media al día, asegurar que los poderes públicos garanticen su alfabetización mediática es no ya un deber formativo inexcusable, sino un requisito básico para que nuestros menores se desarrollen en la libertad personal efectiva y en la responsabilidad propias de sociedades avanzadas como la nuestra.

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