TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Alto y claro

José Antonio Carrizosa

De alianzas y otras miserias

ENTRE los variados reproches que se le hacen desde sus propias filas al todavía alcalde de Sevilla para justificar su destitución vía teletipo y que el tercer mandato socialista en la Plaza Nueva vaya a terminar como el rosario de la aurora destacan sobre todo dos: eligió mal a sus más directos colaboradores, que lo llevaron a un pulso permanente con el aparato del partido, y gestionó de forma desastrosa su pacto de gobierno con Izquierda Unida. Lo hizo tan mal que permitió que Antonio Rodrigo Torrijos se convirtiera en un alcalde bis de política maximalista que ha condicionado todo el mandato y la imagen que proyectaba el Ayuntamiento sobre la opinión pública. Una percepción, por cierto, ruidosamente animada por la derecha mediática, en un intento nada disimulado de ponerle las cosas muy fáciles a Juan Ignacio Zoido mediante técnicas de agitprop que no hubieran desentonado en cualquier partido comunista de antes de la caída del Muro. Todo esto, unido a meteduras de patas tan señeras como la Encarnación, habría lastrado la gestión de Alfredo Sánchez Monteseirín hasta el punto de desdibujar una gestión que en términos de transformación de la ciudad no tiene parangón en todo el periodo democrático, a excepción de los años de preparación de la Expo.

Cuando las encuestas ponen al candidato del PP rozando la Alcaldía con la punta de los dedos y la campaña del aspirante socialista no termina de coger altura, por razones no achacables sólo al candidato, Juan Espadas sabe que si se sienta en el sillón de la Casa Grande tendrá que ser aupado por Torrijos. El planteamiento de ser el cabeza de lista más votado y poder gobernar en solitario con acuerdos puntuales se antoja, hoy por hoy, casi utópico, aunque, como no puede ser de otra forma, será el planteamiento que defenderá en campaña. Si Torrijos ha alcanzado durante este mandato municipal la preeminencia conseguida ha sido porque ha sabido jugar sus cartas con habilidad, cualidad que hay que reconocerle, y porque se le ha dejado mucho más campo libre que el que le correspondía, en el maniqueo esquema de que todo vale con tal de conservar el sillón. La política trae estas miserias que al final se terminan pagando. Juan Espadas tiene muchos retos por delante y tendrá que demostrar mucha mano izquierda para navegar en el tormentoso mar que le ha tocado atravesar. Pero como no maneje bien la formación del equipo que irá con en en las listas y no lance mensajes claros sobre sus planes y alianzas lo va tener todavía más complicado. Y tiempo no queda mucho.

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