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EN TRÁNSITO

Eduardo Jordá

El alma de las cosas

EN el Parlamento catalán se han dedicado durante una semana entera a discutir si los toros tenían o no tenían alma, si sentían o no sentían el mismo dolor que los humanos, con la participación de filósofos y literatos y toreros, sin que hasta ahora sepamos a qué conclusión llegaron. Pero anteayer cayó una nevada en Cataluña y hubo 180.00 personas que se quedaron sin electricidad y otras cien mil que se quedaron sin conexión telefónica. Y ahora me pregunto qué sintieron todas estas personas cuando se quedaron sin electricidad y sin teléfono, sabiendo que sus políticos se habían dedicado durante una semana entera a discutir sobre los toros con los mismos argumentos con que los patriarcas de la Iglesia se ponían a discutir si Jesús de Nazaret era o no era el hijo unigénito de Dios Padre. ¿Qué sintieron esas personas cuando empezaron a helarse de frío y vieron que ni siquiera les funcionaba el teléfono? ¿Risa? ¿Rabia? ¿Desesperación? ¿Asco? Buena pregunta.

Nuestra clase política presenta síntomas inquietantes de haber perdido la cabeza. Quizá no sufra una locura virulenta que requiera el uso inmediato de una camisa de fuerza y una inyección sedante, sino una especie de dulce desvanecimiento mental, como le pasó a aquel primer ministro inglés que se dedicaba en los consejos de ministros a dirigir una orquesta filarmónica que sólo existía en su imaginación. Pero es evidente que cada día está más alejada de los problemas reales de la ciudadanía.

Tenemos ejemplos a montones. Los asesores de Zapatero le montaron el lunes pasado una entrevista en TVE con tres periodistas que trabajan… ¡en TVE! Eso vendría a ser como si el director general de Coca-Cola, en plena polémica sobre las condiciones laborales de su empresa, se sometiera a una entrevista pública por parte de un botones y una secretaria y una jefa de ventas de la sucursal de Las Vegas. ¿Habría alguno de esos empleados que se atreviera a hacerle alguna pregunta comprometedora o incómoda? ¿Habría alguno que se arriesgase a caer en desgracia? No parece probable. Pues eso es lo que ha hecho el presidente del Gobierno. Y lo peor de todo es que cualquier persona con dos dedos de frente sabe que la oposición habría hecho lo mismo.

Tal como están las cosas, Gobierno y oposición se dedican a dirigir una orquesta filarmónica que sólo existe en su cabeza. No sé si nuestra clase política se da cuenta del daño que le está haciendo a la actividad que les da de comer. Quizá hasta Belén Esteban tiene ahora más crédito que nuestros políticos. Y me pregunto si es el poder -y una jugosa pensión garantizada de por vida- lo que les ha hecho perder por completo el sentido de la realidad. O lo que es lo mismo, el sentido del ridículo. Y lo malo es que no lo sé.

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